“Crisis nos exige a cada cual hacer lo correcto”
La ética se está poniendo de moda. En la crisis de la pandemia mundial del coronavirus, la única manera de salvar vidas es que cada persona sea consciente del impacto (positivo y negativo) que tiene su acción individual sobre el colectivo.
Se siente angustia cuando vemos a miles de personas en las calles sin comprender los riesgos para ellas y para la sociedad, si no cumplimos con el aislamiento social que los gobiernos demandan, para frenar la curva del contagio.
Cuando una persona y otra y otra, decide creer que la “situación no es tan grave” que son “exageraciones” o que eso “no me va a pasar a mí”, la sumatoria genera caos, desobediencia y como consecuencia la incapacidad de contención colectiva que se amerita en una crisis como la que vivimos en estos tiempos.
Por el contrario, cuando una persona y otra y otra más se resguardan, compra justo lo necesario, atiende las instrucciones, las comparte y hace lo correcto, aporta de manera individual para lograr llegar a la masa crítica que se necesita para contrarrestar al enemigo que amenaza a la humanidad. Por eso necesitamos más ética. Convencernos que hacer lo correcto aporta al beneficio general y este luego se revierte en nuestro espacio individual convertido en mayor bienestar, como compensación de la buena acción individual ejecutada.
Esta crisis nos exige comportamientos éticos y es muy estimulante tener evidencia de que somos millones los que estamos acudiendo a este llamado. Estas pequeñas (y grandes) acciones éticas son el remedio que contrarresta los comportamientos egoístas e individualistas.
Los profesores que se esfuerzan para mantener conectados y estudiando a sus alumnos. Los profesionales de la salud que arriesgando sus propias vidas son el ejército que combate el virus. Los trabajadores en los mercados y tiendas que abastecen de comida a la gente. Los domiciliarios que llevan y traen productos para ahorrarle a la gente salir a la calle. Los trabajadores en seguridad y aseo. La policía y el ejército que nos cuida hasta de nosotros mismos. Todos los que nos quedamos en nuestras casas cumpliendo las ordenes del gobierno. Los líderes de opinión que emiten comentarios sensatos y responsables. Los periodistas éticos que asumen un liderazgo en la comunicación y en lugar de buscar más likes, transmiten información confiable y estimulan en sus espectadores mecanismos de solidaridad. Los empresarios que han donado alimentos, dinero y tiempo para proteger la vida de sus empleados logrando transmitir la importancia de la ética del cuidado. Las empresas que promueven el apoyo mutuo y la cooperación. Los gobernantes y sus funcionarios que han trabajado hasta el cansancio tratando de tomar buenas decisiones para proteger la vida, promoviendo la solidaridad, la responsabilidad y la disciplina.
Cuando acabe esta tormenta, muchos seremos conscientes que las estructuras que rigieron el sistema económico, político y social tendrán que ser modificadas y adaptadas a las nuevas realidades que dejará la pandemia. Porque hay algo claro y es que la evolución de la especie humana ha sido posible fundamentada en la colaboración. Para ello se necesita de la sumatoria de las acciones correctas que cada individuo tome en concordancia con su ética. Y ¿qué es la ética? no es otra cosa el llamado interno que le permite saber a uno, cuando se debe priorizar el bien común sobre el impulso del individualismo.