Rodrigo Pombo Cajiao* | El Nuevo Siglo
Sábado, 28 de Mayo de 2016
Ingenioso golpe de Estado
 
Dentro de las muchas nociones que se trabajan en la academia sobre lo que significa la expresión “Golpe de Estado” se destaca aquella que la enseña como la invasión de las esferas y competencias constitucionales e institucionales por parte de un poder de facto, quien de suyo actúa por fuera del derecho y sin la más mínima legitimidad política.
 
Y es que de eso se trata el derecho, especialmente el derecho constitucional; de encuadrar jurídicamente los fenómenos políticos para evitar caer en la barbarie y en la tiranía.
 
Por eso es que nuestro ordenamiento jurídico ha establecido unas herramientas como unos procedimientos cuando de reformar las instituciones y la Constitución Política se trata.
 
Y por eso también es que entre los entendidos en la materia se habla de “auto golpe”, -como el de Venezuela por estas fechas-, allí cuando son las mismas autoridades las que de manera directa o velada invaden esferas del poder constituyente primario y desconocen la ley para alcanzar sus propios intereses políticos.
 
Pues bien, en eso se ha convertido el diálogo en La Habana: en un verdadero concierto para defraudar al pueblo colombiano y al Estado de Derecho. En jerga penalista, un auténtico prevaricato por acción.  Es que para que los acuerdos sean sostenibles, estables y duraderos tienen que ser legítimos y legales, huelga decir, tienen que acatar el Estado de Derecho.
 
De manera que intentar introducir en el séptimo debate del proyecto de Acto Legislativo “por medio de la cual se reforma la Constitución” un artículo que permita incorporar todos los acuerdos de la Habana a la Carta Política, de manera directa, sin refrendación popular y sin respetar el principio de consecutividad, es un auténtico Auto Golpe de Estado.
 
Y lo es porque desconoce los elementos esenciales de la Constitución para estos fines tales como el debido proceso para reformar la Constitución; la democracia participativa que ordena que solamente el poder constituyente primario, el pueblo, puede sustituir la norma de normas y porque entrega a los plenipotenciarios de la Habana poderes que no ostentan legalmente.
 
Con tanta arbitrariedad ya no se sabe que es peor, si tener a los terroristas en pie de lucha o si otorgarles plenos poderes para que elijan a los jueces de la justicia paralela o Tribunal de Paz; para que definan la Historia de nuestra Patria desde su sesgada visión a través de la Comisión de la Verdad y la Memoria Histórica y para que le sumen a los ya de por sí extensos 380 artículos de nuestra Constitución Nacional las más de 150 páginas que contienen los “Acuerdos de Paz”, ergo, para convertirse de hecho en el poder constituyente primario.
 
Twitter: @rpombocajiao
*Miembro de la Corporación Pensamiento Siglo XXI.