Rodrigo Pombo Cajiao* | El Nuevo Siglo
Jueves, 9 de Julio de 2015

“Proceso de paz, con toda la comunidad política”

ESQUINA AZUL

Viraje gubernamental

 

EN  una ya conocida entrevista a Juan Gossaín, el Dr. Humberto de La Calle ha aceptado, entre otras cuestiones, que las propuestas del uribismo, especialmente la de recoger a los guerrilleros en zonas identificables, verificables y controlables para poder demostrar un cese efectivo de los ataques terroristas a contraprestación de que el tiempo allí cumplido sea imputado a las penas correspondientes, es la “idea correcta” o la fórmula loable para salvar el moribundo proceso de La Habana.

Estas confesiones caen bien no solamente por quien las dice ni por el momento en que las dice (más crítico período de la negociación) sino porque constituye el primer indicio de humildad política y, por ende, en el más grande aporte al éxito del proceso.

Se ha dado cuenta el Gobierno que la política de paz no puede ser de un partido, del gobierno de turno ni mucho menos de una persona. Un verdadero proceso de paz entre la más grande organización criminal del globo debe hacerse con toda la comunidad política, huelga decir, debe ser una política de Estado.

Lo anterior implica, como era de elemental entendimiento, que no se podía calificar de guerreristas, facinerosos, nacistas, franquistas y enemigos de la paz a más del 70% de la población que ha manifestado reiteradamente no querer una paz con impunidad y sin seria justicia. La justicia transicional debe respetarse.

Tampoco era sostenible hacer un proceso de paz con precaria legitimidad política con un gobierno al que el 70% de la gente desaprueba y menos del 25% acompaña y, mucho menos, partiendo de la base conceptual según la cual la guerra se había ganado por parte del establecimiento y que solamente restaba una pequeña firma. ¡Bienvenidos al posconflicto!

Y menos aún que la paz se alcanzaría a espaldas del 48% del censo electoral que votó por un gobierno con mano dura y posición fuerte, no para hacer la guerra sino para negociar algo estable y verdaderamente duradero.

En ese orden de ideas, caen bien la propuesta de Uribe y la aceptación del Gobierno. Total, hace mucho rato y en no pocas ocasiones he sostenido en este espacio que para que el proceso sea exitoso, serio, estable y duradero, se requiere la presencia del Jefe de Estado pero más importante aún, la dirección, ideas y liderazgo del uribismo.

*Miembro de la Corporación Pensamiento Siglo XXI