En términos generales el debate presidencial ha sido cordial pero escuchamos frases desapacibles. Forma parte de la democracia que candidatos, dirigentes, seguidores y columnistas discrepen, critiquen, en ejercicio de la libertad de opinión sin recurrir a improperios.
Iván Duque Escobar fue un compatriota emérito, desempeñó bien cargos públicos, lector insaciable, polemista respetuoso, sirvió a la comunidad, sus amigos expresamos el desacuerdo con las voces aisladas que en el afán de golpear su candidatura le endilgan injurias.
Desacertado vituperar a Germán Vargas Lleras por el coscorrón aplicado a uno de sus guardaespaldas para llamarle la atención porque impedía en reunión pública que una señora se le acercara cuando era vicepresidente, reacción que ha explicado. Se puede estar conforme o en desacuerdo con su programa, preparado con altura, sin la reiteración del suceso para desconocerle méritos y realizaciones.
¿Cómo compartir la afirmación de Gustavo Petro de que el ejército Israelí es nazi? El candidato, en cambio, tuvo un gesto amable al pedir respeto por el ex presidente Álvaro Uribe Vélez, ante la avalancha de insultos de que es víctima, eso es significativo.
La política no puede hacerse a puntapiés decía Alberto Lleras, oportuno recordarlo. El acuerdo de paz que permitió la desmovilización de los insurgentes es producto de ingentes esfuerzos, al analizar determinados aspectos inconvenientes no dejamos de reconocer la importancia del trabajo realizado durante los últimos años. En la implementación tienen que adoptarse correcciones, sin embargo, hay ruindad cuando se sostiene que la Academia Sueca al otorgar el Premio Nobel al presidente Juan Manuel Santos se equivocó en su decisión.
Es antiliberal la actitud de muchos de sus copartidarios en el caso de Viviane Morales, condenando de manera farisaica la posición adoptada respecto de la organización social, expuesta sin ofender a los defensores de nuevos esquemas familiares. Su renuncia a continuar participando en la campaña como candidata en parte obedece a las agresiones recibidas, es entendible, al igual que su decisión política posterior.
La ruindad no fortalece la concordia, la Nación necesita solidaridad para enfrentar la violencia que adopta nuevas formas, la corrupción, los atentados contra dirigentes sociales y políticos, la impunidad. El país definirá su futuro en unos comicios que esperamos tengan votación nutrida y se celebren pacíficamente. Al término de ellos aspiramos a que todos en esta Nación, disfrutemos de las garantías consignadas en la Constitución y las leyes. Destaco, eso sí, que los aspirantes presidenciales hayan reiterado su disposición de preservar la vigencia del Estado de Derecho, suscrito el compromiso de mutuo respeto. Dicho testimonio debe extenderse por el territorio patrio, inscribamos los agravios en el polvo y dejémoslos allí.