Salir de las entropías | El Nuevo Siglo
Sábado, 14 de Octubre de 2023

He escrito aquí varias veces que este mundo tiende a la entropía, a incrementar sus niveles de caos. ¿Es reversible? Sí. Necesitamos para ello ampliar la consciencia.

Por estos días se hace más evidente la entropía de afuera: las guerras en Europa, Oriente Medio y el Cáucaso son prueba de ello, pero también las que se desatan en África y las de aquí a la vuelta, nuestras guerras locales que muchas veces no queremos ver y que no llaman tanto nuestra atención.  La entropía también se manifiesta en corrupción, abusos de todo tipo, delincuencia común…  Asimismo, en nuestros errores cotidianos, esos con los cuales nos lastimamos mutuamente y que a muchas personas les hacen perder la fe en que una humanidad en armonía sea posible.

Todos esos hechos nos alborotan las emociones. Sí, podemos experimentar asco por una matanza, tristeza por tanta muerte, miedo de que los conflictos escalen, ira por las injusticias, sorpresa porque en cualquier momento las noticias anuncian otra desventura o felicidad porque unos que nos simpatizan ganaron sobre otros que detestamos, aunque esa ganancia implique exterminio.  Por supuesto, tenemos derecho a vivir todas esas emociones.

Creo también que es nuestro deber integrarlas y trascenderlas, porque de lo contrario también contribuimos con ellas a que los niveles de entropía crezcan.  Nuestro sufrimiento no hace que las cosas cambien, nuestra indignación nos lleva a juicios y condenas sin aprendizaje, nuestra rabia solo nos conduce al odio, nuestro asombro nos paraliza y nuestra alegría sesgada nos lleva a la separación como humanos.

Cuando somos capaces de identificar nuestras emociones y reconocer que no somos ellas, podemos salir de nuestra entropía personal y dar paso a un nuevo estado del ser: el gozo. En él somos capaces de mirarnos con compasión y ternura, como tratamos al niño pequeño que está aprendiendo y que nos pregunta con inocencia cómo enmienda el error. Necesitamos ampliar nuestra consciencia para salir de estos atolladeros que nos ponen de frente a la no viabilidad de la especie humana, para no caer en la trampa de esos egos espirituales que nos llevan a creernos superiores a los demás, cuando lo que ocurre es que solamente nos equivocamos en maneras distintas.

Sí, lo fácil es reaccionar desde nuestras emociones: en ellas se condensa esa pasión que tanto se exacerba y se exalta por doquier, que muy hábilmente nos hacen confundir con amor. Esa pasión nos mantiene en la entropía, expresada en juicio, condena, separación, exclusión y sufrimiento. No podemos salir solos del caos, porque la inercia de nuestros egos es inmensa. Requerimos la guía divina. Pidamos Luz para salir de nuestras entropías, superar las pasiones, ampliar nuestras consciencias y contribuir a la armonía que anhelamos.

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