SAMUEL HOYOS MEJÍA* | El Nuevo Siglo
Domingo, 9 de Junio de 2013

Violencia de Estado

Es  preferible un culpable en libertad que un inocente tras las rejas. En Colombia caló la idea de que solo hay justicia cuando se condena, nos acostumbramos al morbo del linchamiento judicial, los jueces emiten sentencias para satisfacer el deseo de los medios de comunicación y los abogados acuden al reality mediático para que la opinión pública absuelva a sus defendidos.

La falta de independencia de la justicia en Colombia es, tal vez, el mayor problema de nuestra sociedad. No solo es la incapacidad técnica e investigativa, del aparato judicial, para resolver los casos con celeridad, lo que hace que la justicia no funcione. Lo mas grave es la politización, la corrupción, la cooptación de la justicia por parte de la mafia y de la política lo que no permite que en este país haya justicia y por ende libertad.

Hasta hace poco pensaba que nuestro gran problema era el narcotráfico, hoy estoy convencido de que es la falta de justicia, esa es la peor forma de violencia que puede padecer un pueblo y lo peor es que la ejerce el Estado.

Carruseles y compra de testigos, millonarias demandas contra el Estado, falsas victimas, impunidad para las Farc, cruceros de magistrados, Giorgio Sale, fiscales del 8.000, chuzadas, catedrales y carrillos, y otras lacras, afectan nuestra justicia. Pero ese no es el gran problema, ni lo son los sindicatos, ni los sueldos, ni los paros, o que no sepamos la verdad del magnicidio de Álvaro Gómez ni del de Gaitán, el problema no es que Petro sea alcalde ni que Iván Márquez llegue al Congreso.

Lo más grave es cuando se le quita la libertad a un inocente, como cuando a Sigifredo López, después de haber estado secuestrado por las Farc, lo secuestró la justicia, el Estado. Yo no entiendo cómo el fiscal Montealegre no renuncia, es que no tiene vergüenza y ahora pontifica sobre paz, después de haber sido el victimario de un inocente. Prefiero aguantarme la rabia de ver a tanto delincuente suelto, prefiero exponer mi seguridad ante su presencia en las calles o en el Congreso o en las cortes, o en los bancos o donde sea, antes que ver a un inocente condenado.

En Colombia ya no existe la presunción de inocencia sino de culpabilidad. El caso de Andrés Felipe Arias es una lamentable muestra de ello, yo no soy quien para juzgar si el programa AIS fue bueno o malo, lo podremos juzgar en cuanto a política pública, pero eso no puede ser razón para mantener a una persona privada de su libertad, de su familia. Arias no ha sido vencido en juicio, no han podido demostrar que obtuvo beneficio personal alguno de dicho programa y por tanto debería poder defenderse en libertad. Más parece una cuenta de cobro contra Uribe.

Con este caso les quitan las ganas a una generación de jóvenes colombianos de participar en política, de servir en el sector público. Pues en Colombia, cuando uno es funcionario del Estado o hace política, con posiciones diferentes a las de los dueños de la justicia, termina preso o asesinado.

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No más quejadera, ya que la Registraduría avaló las firmas para la Revocatoria de Petro, todos tenemos que salir a votar, es un deber y una obligación y el que no salga se merece a este alcalde.