Llevo una semana pensando en cómo titular esta columna. Y, ¿por qué no lo logro? Porque es como escribir en medio de un fuerte movimiento telúrico, que aún no se sabe si es un terremoto o un tsunami. Hace difícil ponerse en pie y mantener el equilibrio. Se movió el piso. Es el reacomodamiento de las capas tectónicas que sostenían esta democracia. Pero, ¿qué es lo que impide estabilizarse para pensar con calma? Tanta gritería superficial y desorientadora que encubre la gravedad de la situación y no permite prever hasta dónde llegarán "las réplicas".
Al tratar de levantarme, como ciudadana desorientada, no visualizo en quién confiar. Me siento desamparada. La megalomanía desenfrenada llevó a los "líderes" a hacerle agujeros a la barca en la que vamos todos.
Por ejemplo, el enfrentamiento soterrado entre Duque y Uribe para ver quién se quedaba con el partido sacrificó, de manera desleal, al mejor, a Oscar Iván Zuluaga, quien hubiera sido un Presidente ecuánime, incluyente y con conocimientos suficientes para gobernar. A la izquierda vengativa le pesará el haberlo asimilado con Uribe y Duque. No midieron su independencia. Lograrán exactamente lo contrario, unirlos en torno al único candidato que podría vencer hoy a Petro.
Federico Gutiérrez tiene por delante el desafío de salvar esta democracia. Y lo logrará si se rodea de los mejores y hace los cambios estructurales que se requieren para corregir la larga historia de inequidad. A los mejores los encontrará en todos los partidos políticos. Para gobernar no requiere saber de todo, pero sí no temer a la superioridad de algunos de sus subalternos en la especificidad del conocimiento. Esa dosis de humildad le permitirá dirigir la orquesta trabajando en equipo y sin un ego enfermizo que le impida ver el todo. Estamos hastiados de egos devastadores, que se han llevado por delante a Colombia.
De lo contrario nos espera un escenario muy oscuro. Las propuestas del candidato Petro no han sido debatidas en la profundidad de sus consecuencias. La superficialidad argumentativa durante los debates es muy preocupante. Estos se reducen a slogans simples o a argumentos tan retorcidos como el que expuso Sergio Fajardo, en el debate de RCN, según el cual Duque es el responsable del fraude en la Registraduría que favoreció a Petro. Y Petro se niega al recuento de los votos. Extraña posición teniendo en cuenta que los "errores" de la Registraduría lo favorecieron directamente a él.
Sorprende aún más que Fajardo insista en la estrategia que tanto debilitó a la Coalición de la Esperanza: la peleadera y la descalificación de los demás. ¡Qué agotamiento! Su único logro será hacerle zancadilla a Federico Gutiérrez y facilitar la llegada de Petro a la Presidencia. ¡Qué triste legado para la historia hacerse perdonar el no haber dejado llegar a Petro la vez pasada, a costa de sacrificar la democracia esta vez! Y todo esto, ¡solo por vanidad!
Y para quiénes aún dudan de lo que nos espera, en un gobierno de Gustavo Petro, les recomiendo el libro: ¿Y si gana Petro?, del economista Julio Iglesias. Un duro aterrizaje en la realidad: la posibilidad inminente de un tsunami que arrase con nuestra democracia.