El efecto invernadero tiene enredado al país, a sus gobernantes, a sus dirigentes y a sus economistas; desorienta, golpea la economía y el desarrollo. El presidente Petro desde su campaña traía la teoría de que las naciones debían poner punto final a las emisiones fósiles y empezar a cumplir con los compromisos adquiridos en los foros internacionales sobre la materia.
Expertos en estas materias que escucharon con toda atención las teorías de Petro, se pronunciaron en pro y en contra, levantaron grandes polvaredas, a la espera claridad, porque estaba en juego la economía y la confianza de los inversionistas.
No había alcanzado a posesionarse y rescatar la espada de Bolívar, cuando la filósofa Irene Vélez sacó desde su nueva “Louis Vuitton” marca U. Valle, su programa petrolero: “no habrá más explotación de petróleo, carbón y gas. Es nuestro compromiso contra el cambio climático”. Hasta el ministro José Antonio Ocampo se congestionó y anunció que eso era “solo una posibilidad”.
Todos los sectores se exacerbaron ya que, petróleo, gas y carbón aportan buena parte de los ingresos del país. El dólar estornudó y tomó la milla 5.000. Irritó a municipios, departamentos y otros sectores, el transporte anunció alzas y, en general esta nación entró en crisis, semejante a la que ocasionó el fallido cese el fuego.
Vino luego el foro de Davos, y quién dijo miedo. Irene con sus hermosas candongas y tenis de colegiala, ingresó a un cerrado soliloquio para anunciar con arrogancia: “en Colombia no habrá nuevas minas de carbón a cielo abierto, ni contratos de exploración y explotación de petróleo y gas. Es nuestro compromiso contra el cambio climático”. Solo un tímido aplauso, interrumpió el silencio sepulcral.
Petro, quien se enteró del anuncio en su vuelo Davos-París, quiso respaldarla sin mayor compromiso, explicando que se mantendrán los actuales 120 contratos que están firmados y 32 que están en suspenso por razones de orden público. Y eso fue todo.
A partir de entonces, ambientalistas y no ambientalistas, entraron en defensa de la exploración y explotación de petróleo, gas y carbón, hasta cuando los otros países productores hagan lo propio. “No podemos regalar los mercados a nuestros competidores en el mundo, sacrificando nuestros ingresos y nuestro desarrollo”, dijeron los expertos. Los hidrocarburos representan el 4.5% del PIB y el 10% de nuestras exportaciones.
Se calcula que antes del 2055, no se habrá logrado reemplazar la energía fósil por una limpia. Por ello tendremos que seguir explorando, explotando y exportando petróleo, gas y carbón.
Colombia solo tiene ahora esos productos para 8 o 9 años, no como aparece en el informe de la ministra. No podemos condenar nuestras futuras generaciones a la indigencia y el atraso por actuar tercamente, sin planificación. Desenredemos la brújula y designemos un solo vocero energético.
BLANCO: Silverio Gómez termina con brillo su misión de Procolombia en España. Su experiencia y sabiduría deben aprovecharse en otras áreas.
NEGRO: La mafia ciclística internacional armó un gatuperio para sacar Nairo, que demostró no haberse dopado.