Espero que la declarada por la Unesco Reserva de Biósfera Seaflower, la más extensa del mundo, con 148. 000 kilómetros cuadrados, parte esencial del archipiélago de San Andrés y Providencia, patrimonio de Colombia, la cual incluye tres islas mayores (San Andrés, Providencia y Santa Catalina) al igual que siete menores (Serrana, Albunquerque, Roncador, Quitasueño, Bajo Nuevo, Cayo del Este y Sudeste, todos con sus aguas circundantes), figure en el Plan nacional de Desarrollo, aun cuando las referencias a la protección ambiental en el mismo son generales.
Frente a las demandas de Nicaragua es inaceptable la sugerida parcelación de Seaflower; afortunadamente la Armada Nacional, el Ministerio de Medio Ambiente, la Cancillería, instituciones científicas internacionales y la Comisión Colombiana del océano realizan actividades positivas en el área. La Universidad de los Andes adelantó una juiciosa investigación y la Tadeo Lozano desarrolla un trabajo de consultoría en conjunto con entidades idóneas, respecto de la relación de diseño, turismo sostenible y preservación patrimonial en el archipiélago, con base en el parque “Old Point,¨ en la isla de San Andrés, analizando comunidades de bosques manglar y de algas, lagunas de aguas saladas tropicales que contienen diversidad de flora y fauna, de peces, aves, crustáceos, moluscos y reptiles.
Los dirigentes políticos de los distintos partidos y los medios de comunicación deberían hablar de Seaflower, el Congreso nos adeuda el debate sobre la sentencia de la Corte de la Haya del 2012 y carece de sindéresis la petición de extensión de la plataforma continental ¨nica¨ más de doscientas millas.
Seaflower tiene que ver con todo, urge conservar paisajes, especies, variaciones genéticas, fomentar el progreso económico y humano sostenible, sociocultural, ecológico; prestar apoyo logístico a la capacitación en medio ambiente, a la investigación, a nivel local, regional y mundial del ecosistema. La Reserva lleva su nombre en memoria del barco que trajo a los primeros puritanos ingleses, los arrecifes coralinos del archipiélago se prolongan, aves, peces, tortugas, caracoles, langostas, se encuentran en peligro, en algunos lugares es notoria la degradación ocasionada por residuos y basuras.
Cuando me preguntan ¿Dónde está Seaflower en el PND? No logro responder. Reitero que la unidad del archipiélago no admite discusión, ni la soberanía, ni la integridad territorial consignada en la Constitución y corresponde liderar la tarea de conservación de la Reserva a la Nación. La política reducida a lanzar gritos estridentes, a pronunciamientos gaseosos, al manejo de clientelas y a la repartición de dádivas a nada conduce, hay que elevarla, construir un gran plan para la biósfera sin aceptar ninguna nueva sentencia inaplicable de la Corte Internacional de Justicia contra Colombia. Esta es buena causa, empeñémonos en sacarla adelante.