Serpentario | El Nuevo Siglo
Martes, 17 de Enero de 2023

Ya son casi 50 los fallecidos en la crisis institucional del Perú.  Léase bien: casi 50.
Tan delicada situación solo deja tres escenarios de resolución.

Primero, la continuidad de Dina Boluarte en el poder.
Lo que pasa es que ella es el símbolo de una presunta traición al clima refundador del Estado que llevó a Pedro Castillo al poder.
Eso significa que es señalada como responsable del derrocamiento de Castillo, algo imperdonable para muchos manifestantes.
Por otra parte, la propia Fiscalía ha iniciado pesquisas para establecer su responsabilidad en las 50 muertes.
Y no solo la Fiscalía.  También la CIDH, obviamente, en torno a la figura del abuso y los excesos en el uso de la fuerza.
En consecuencia, resulta inevitable que ella se sienta presa del temor de que, en cualquier momento, pueda sucederle lo mismo que a Jeanine Áñez en Bolivia. 
Y es por ese temor que procurará aferrarse al solio presidencial todo el tiempo que haga falta.
Segundo escenario : que los militares se vean atraídos por cantos de sirena y conformen una junta provisional en la Casa de Pizarro.
Pero eso desdibujaría su propia conducta durante la caída de Castillo, sin olvidar que lo acontecido hace un tiempo en Honduras no parece recomendar una maniobra semejante.
Adicionalmente, los militares brasileros acaban de darle al mundo una lección de democracia activa que, seguramente, habrá tenido resonancia en el alto mando limeño.
Por último, podría darse la sucesión constitucionalmente contemplada en caso de que Dina Boluarte decidiese renunciar.
Al no contarse por ahora con vicepresidentes, el poder pasaría a manos del presidente del Congreso, José Daniel Williams, quien, curiosamente, es un antiguo general que tuvo a su cargo el Comando General y lideró la operación Chavín de Huántar.
Lo que sucede es que él milita en el derechista partido ‘Avanza País’, liderado por Hernando de Soto; y si Boluarte, como copartidaria del izquierdista Castillo, no ha logrado estabilizar la situación, es de presumir que Williams lo tendría, por lo menos, igualmente difícil.
En cualquier caso, no deja de ser relevante la notable presencia, directa o indirecta de la Fuerza Pública en esta problemática, más aún si se tiene en cuenta que el recién nombrado ministro del Interior fue comandante general de la Policía.
En conclusión, la crisis peruana ha pasado a ser un laberinto de alta complejidad, algo así como un callejón sin salida.
Pero lo peor que podría suceder es que, desde afuera, los encantadores de serpientes aparecieran repentinamente para inventarse un comité de facto, un régimen oclocrático, despiadado y extremista.
En la práctica, si todos los sectores concuerdan en que es necesario convocar a nuevas elecciones, y ninguna elección libre y limpia puede programarse antes de un año, lo único sensato sería, precisamente, seguir el cauce institucional y respetarlas. 
vicentetorrijos.com