¿Dónde están los intelectuales colombianos? Son muy pocos los ejemplos de personas pensantes que le estén dando ideas nuevas y rigurosas a la nación. Lo que se escribe hoy en día en público, los discursos que se oyen, lo que se publica, las personas que siempre son entrevistadas, los que tienen en sus manos los micrófonos y los que aparecen en cámaras, los “youtubers”, los humoristas, en general, las voces que oímos y leemos en Colombia son de una levedad e intrascendencia sin par. Tenemos una carencia de grandes ideas que por momentos raya en el infantilismo y que no permite que la esperanza arraigue en la sociedad. No creo que no haya gente pensando en profundidad, pero están ocultos en desconocidas cavernas.
Tal vez nuestros intelectuales estén en sus cuarteles de invierno ante la imposibilidad de entablar conversaciones racionales en una comunidad llena de pasiones, de violencias y de unos resentimientos como no los hubo nunca antes y que se visibilizan perfectamente en los foros de las redes sociales. Seguramente muchos están en sus cómodos mundos universitarios, rodeados de libros y admiración, pero de alguna manera incapaces de tocar el mundo real de la vida ciudadana. No faltarán los que hayan entrado en una especie de autismo intelectual ante la falta de aprecio por su labor y la obstinación nacional por lo superficial e insustancial. Pero el hecho es que estamos sin unas grandes ideas que le den luces a la marcha de la vida colombiana.
Y aquí vale una autocrítica para quienes nos aplicamos a las letras periodísticas habitualmente. Con frecuencia los anárquicos hechos de la vida colombiana nos seducen rápidamente y perdemos el norte de pensar y reflexionar sobre causas, efectos y significados y nos limitamos a los efímeros y engañosos sentimientos momentáneos. A veces también resultamos como rehenes de quienes quieren hacer ruido y hacerse sentir y nos toman efectivamente de idiotas útiles.
Es importante tener la humildad para ir, no en medio de los hechos que todo lo convulsionan, sino a un lado, observando con paciencia, pensando con sabiduría, proponiendo con acierto. Los intelectuales, los escritores, los catedráticos, los centros de pensamiento pueden ser muy importantes si no obstante la alterada vida espiritual de nuestra sociedad, se atreven a proponer ideas trascendentes, proyectos que tengan sentido, novedades que iluminen el camino de la vida. Alguna vez le presentaron a Jesús una mujer para ser apedreada por sus pecados y le pidieron concepto: Él se puso a escribir en la arena … y la salvó.