La capital del Chocó, esa ciudad a la que el maestro Jairo Varela le compuso la inolvidable canción ‘Mi pueblo natal’, está en crisis. El rezago de Quibdó con respecto a la mayoría de las ciudades capitales en Colombia es la consecuencia de múltiples factores como el abandono histórico y la debilidad del Estado, la corrupción de dirigentes locales, los efectos del racismo estructural y la espiral de violencia que se agudiza con el tiempo. Factores que han limitado el desarrollo de esta tierra pese a su gran riqueza natural y el talento de sus habitantes, quienes viven con reducidas oportunidades.
Quibdó es una ciudad que tiene menos de 150.000 habitantes, a orillas del río Atrato, que ha absorbido el choque entre los grupos armados ilegales que se disputan el control territorial y que ejercen su poder en varios barrios y corregimientos de la capital chocoana. En los últimos cuatro años, los desplazamientos internos, la sensación de inseguridad y los homicidios han venido en aumento, ante la que pareciera ser una indiferencia del resto del país.
Entre 2017 y 2019, las muertes violentas no alcanzaron a llegar a más de 100. Sin embargo, en 2020, el balance de víctimas mortales de la violencia que golpea al departamento fue de151 personas asesinadas, donde el 54% de los casos corresponden a hombres de menos de 30 años. Y aunque esto se sabe y se conoce en la ciudad, ni los medios, ni los líderes cívicos ni mucho menos las víctimas se atreven a denunciar, por el control generalizado que ejercen los actores ilegales que se apropiaron de la ciudad, ante la debilidad crónica del Estado.
Mientras Colombia en su conjunto ha observado un comportamiento decreciente de las muertes violentas, la realidad en Quibdó es distinta: según la Policía Nacional, en 2010 murieron 55 personas de forma violenta en la ciudad y año tras año, hasta llegar a 2020, los homicidios han venido aumentando. La realidad es que, 11 años después, hoy mueren de forma violenta tres veces más personas y desde hace unos años, la capital chocoana se ha ubicado en los tres primeros lugares en materia de tasas de homicidios, entre las 32 capitales departamentales. En apenas un año, Quibdó pasó de tener una tasa de homicidios de 78.3 en 2019 a 115.4 en 2020.
Los esfuerzos para reducir la violencia en la región han sido infructuosos. En lugar de reducir su intensidad, el conflicto se fortalece y se continúa alimenta del narcotráfico, de la minería ilegal y de la extorsión, mientras los quibdoseños enfrentan un desempleo del 20% y una informalidad de casi el 60%.
Quibdó y el Chocó constituyen una de las grandes reservas naturales de Colombia y tienen una riqueza invaluable que hoy está en riesgo. Resulta fundamental recuperar el control territorial, implementar plenamente el acuerdo de paz y generar condiciones mínimas para que la ciudad se pueda desarrollar y para que la juventud chocoana vea reconocidos sus derechos y pueda encontrar oportunidades y opciones de vida en la legalidad.