No siempre es fácil saber qué queda pendiente por hacer en la vida. Qué queda de importante. Y es que van pasando los días, los meses y los años sin pausa. Pasan las fiestas, pasa la Pascua, pasan el sol y la luna y el tiempo se agota. Y este saber atañe también a lo que las comunidades tienen aún por hacer para que su existencia sea plena. Si se logra plantear una serie de tareas por hacer, quedarán de lado otras que quizás no tienen mayor importancia, pero que pueden robar energías necesarias para lo primordial. Pasada la Pascua, en la noche santa de ayer, llena de luz, de agua, de Palabra y de pan eucarístico, el cristiano se sabe vivo y con misión sobre su vida y sobre la vida de los demás. Sugiero algunas tareas por hacer, luego de ver el Cristo reconciliador resucitado, vencedor del pecado y de la muerte.
Precisamente la primera tarea que tenemos por estos lares pendiente es la de la reconciliación: con Dios, con los demás, con la naturaleza. Todavía hay que hacer un esfuerzo mayor para liberar el corazón de tanta atadura pasional, de tanta irracionalidad, de tanto deseo de poder y gloria. Cada agresión, cada muerte violenta, cada ruptura entre los seres humanos, cada injusticia, cada avalancha y derrumbe, revelan simple y claramente, que hay mucho trecho por recorrer en lo que a reconciliarse se refiere. Esta tarea no realizada del todo llama al escenario a un hombre y una mujer nuevos. Mientras no hayan sido engendrados, la reconciliación no será sino un cambio en el poder de someter a los demás y también a la naturaleza. El llegar a la verdadera reconciliación implica preguntar por el buen hombre y la buena mujer que se extraviaron algún día de la nación colombiana.
Queda por hacer la tarea de la justicia en todo sentido. ¡Qué inmensos son los desequilibrios de nuestra sociedad en todos los campos! El pobre, el agredido, el amenazado, el ciudadano de a pie, el anciano, cómo se ven de desprotegidos en esta comunidad dura y sin piedad. Queda por hacer la tarea de la fidelidad y la lealtad en casi todos los campos de nuestra vida: ¡cuánta perfidia, cuánta traición, cuánto abandono! Está apenas en proyecto la tarea de hace comunión con la naturaleza, con la obra del Creador: ¡Qué de devastación, de explotación!, ¡qué de arrasamiento sin miramiento! Y queda, cómo no, por hacer, la tarea de reconciliarnos de corazón con Dios, a quien mucho invocamos, pero poco obedecemos. Pueda ser que no perdamos más tiempo en minucias y con la fuerza del que ha resucitado y ha vencido todo mal, nos sintamos prestos a asumir lo que realmente es importante en la vida. ¡Feliz Pascua de Resurrección!