Por doquier se escucha decir “ojalá todo esto pase pronto” como un lógico reflejo del estado anímico de una sociedad buscando superar la pandemia. El tedio que muchos están experimentando no solo expresa cansancio con una situación que se prolonga en el tiempo, sino que también habla del evidente deseo por algo distinto, por una “nueva normalidad”.
Marian Salzman, quien -con formación en sociología y marketing- tiene probada experiencia como “trendspotter” pronosticando tendencias culturales, señala unos trazos de hacia dónde estaría yendo dicho “apetito de cambio”. En su informe para 2021 (“Zoomsday predictions”), ha detectado unas tendencias relacionadas con la pandemia y otras que revelan una insatisfacción más profunda con determinados hábitos de lo que denomina “vida moderna”, como la añoranza por la forma de vida más sencilla de nuestros antecesores o el deseo de desconectarse de internet para hacer “cosas reales”.
Una de las tendencias apunta al deseo de cambiar la manera de, en palabras de Salzman, hacer zoom “para ver más de cerca los aspectos esenciales de nuestra vida y para ver con más perspectiva” la realidad que nos rodea. Detrás de lo cual hay una invitación a aprovechar la pandemia “para bajar la velocidad, reflexionar y reconsiderar nuestra satisfacción con el presente”. De cualquier manera, dice, en el mundo precoronavirus tampoco eran tan ideales las cosas: al menos en las sociedades ricas, andábamos enganchados a las pantallas, a la crispación política, al hiperconsumismo…
Para Salzman, ahora es el momento de imaginar un futuro distinto. “Hemos parado lo suficiente para considerar con más profundidad qué queremos en nuestras vidas y en el mundo”. Y ve indicios de que hay más gente dispuesta a hacer introspección, a adoptar cambios importantes y a tener “conversaciones sobre temas verdaderamente significativos”. Más adelante, cuando habla del cansancio de algunos con las pantallas, insiste en que seguiremos enganchados a lo virtual, dice, pero que no nos sorprenda si algunos empiezan a “digerir peor lo insustancial y a sentirse más atraídos por cultivar su mente”.
Respecto al desencanto con algunos aspectos de la actual sociedad, destaca que frente al narcisismo que potencian las redes sociales, una de cuyas últimas expresiones es la de los padres influencers que animan a los niños a construirse desde pequeños una marca personal, Salzman prevé “un retorno al nosotros”, lo cual, en lo positivo, se expresa en el deseo de formar parte de una comunidad o en el interés por apoyar iniciativas que aportan al bien común. Pero también podría derivar por rutas menos saludables, como el repliegue en tribus. Más definido parece el “regreso a lo real”. Si sigue calando la idea de las dietas digitales, 2021 podría ser el año en que más gente empiece a cerrar sus redes sociales, para salir al mundo de carne y hueso: más relaciones cara a cara, más contacto con la naturaleza, más aprecio por valores como la integridad o la autenticidad, más estima por las cosas hechas a mano…
Vale la pena leer el informe completo.