En el continuo de la vida los seres humanos necesitamos hitos que nos permitan reconocer el camino. El fin de año es uno de ellos.
Estamos próximos a terminar este 2020, si nos corresponde estar aún encarnados entre el 31 de diciembre y el primero de enero próximos. Se han dado muchos calificativos al año que se cierra. Yo elijo no calificarlo, sencillamente vivirlo. Así como ha habido en este tiempo dolor, separación, enfermedad, vicisitudes y muerte, también ha habido alegría, unidad, sanación, prosperidad… Todo ello hace parte de la vida y ante ella lo más sensato es agradecer por todo. ¡Literalmente, por todo! Por supuesto, desde nuestro libre albedrío podemos enfadarnos con el tiempo y sus instantes oscuros, con la incertidumbre y sus emergencias, con la muerte y su sorpresa. Expresar el dolor, la angustia, el miedo es tan válido como manifestar la felicidad y la exaltación. Tal vez, lo que necesitamos es recordar en cada momento que no somos esos sentimientos, sino que ellos son visitantes temporales, pasajeros que como llegan, se van. Nosotros somos, en efecto, mucho más que ellos, aunque en ocasiones nos cueste trabajo reconocerlo.
Cuando estamos conscientemente conectados con el momento presente podemos constatar el poder la vida, la real manifestación del Amor, aquí y ahora. Por fortuna, hay cada vez más espacios pedagógicos en los cuales podemos aprender a vivir en esa presencia, lo cual nos permite tener una existencia más llevadera, pase lo que pase, nos guste o no. Desconectarnos es realmente muy fácil, lo digo por experiencia propia: muchas veces me monto en el tobogán de la separación, pues se me olvida que el otro y yo somos uno, que el error ajeno refleja mis propias equivocaciones y que solo en la medida en que integro los yerros aprendo. Es parte del proceso experimental de la vida tal como la conocemos. Entonces, luego de haberme separado de mí mismo y de los otros, cuando me doy cuenta, me vuelvo a unir desde la compasión conmigo mismo y por los demás, así como desde la aplicación de lo aprendido. Todos los seres humanos estamos llamados a activar esa ruta de integración, a superar la separación ilusoria y abrazar la totalidad esencial. Es sencillo, pero no tan fácil, pues se requiere que encendamos nuestro testigo interior e integremos paulatinamente las sombras de nuestro ego.
Hoy, así como cada día de este nuevo tiempo que vamos a iniciar, es una maravillosa oportunidad para saborear la consciencia de la conexión esencial con la Divinidad, la Presencia, Dios, Yahvé, la Madre o como llamemos a esa Fuente Suprema que es Luz, Amor y Consciencia. Les deseo un nuevo año 2021 en la plena presencia.