La Navidad y el Año Nuevo son fechas de amistad y unión, no solo los cristianos las celebran en este período de pandemia con las indispensables precauciones sanitarias. Presencial o virtualmente no estamos solos a pesar de la adversidad.
La vida nos brinda la oportunidad de darle la bienvenida al 2021 con la esperanza de que sea mejor y logre la humanidad superar la crisis global. Vislumbramos el futuro sobre la base de salir del túnel, de confiar en el efecto de las vacunas que comienzan a aplicarse, de realizar esfuerzos para disminuir la brecha entre riqueza y pobreza a sabiendas de encontrarnos en interrupción de la existencia comunitaria, de la adopción por los gobiernos de medidas impositivas de carácter paternalista, del incremento exorbitante de la deuda pública.
A través de la historia las naciones han demostrado en tiempos aciagos capacidad de recuperación, firmeza en la elaboración y ejecución de programas tendientes a resolver afectaciones ocasionadas por la naturaleza o los seres humanos. Un ejemplo de ello fue la reconstrucción de Europa devastada al final de la segunda guerra mundial y el surgimiento económico sorprendente de países como Japón. El tema es amplio no puede reducirse simplemente a la aprobación de otra reforma tributaria anunciada de manera inoportuna en días de encuentro familiar.
En las naciones desarrolladas la gente aprovecha dos semanas de ocio con actividades productivas. Lamentablemente en regiones atrasadas ello no sucede, incluso es notorio el aumento de querellas en los sectores de la población de menores recursos cuando se recurre al alcohol y proliferan riñas que hubiesen podido evitarse, con lamentables consecuencias.
En época de ocio conviene recordar algunas cosas: En las carreteras esperamos que las autoridades de tránsito, cuyos esfuerzos valoramos, activen el desplazamiento de la mejor forma con el objeto de impedir accidentes, podemos salvarnos de la inseguridad si adoptamos medidas de precaución y actuamos en forma solidaria, la consigna es no exponernos al contagio del covid-19 por imprudencia manifiesta en aglomeraciones y reuniones colectivas, así incomode el tapabocas se constituye en elemento esencial de convivencia ciudadana.
Al analizar el descanso tranquilo, el paréntesis acertado de la diaria actividad, descubrimos que bien encauzado favorece la creatividad y se relaciona con la libertad. Ojalá que la Navidad y el Año Nuevo sean días de paz en Colombia, que cesen las masacres y los atentados contra compatriotas indefensos, que las actividades criminales nos dejen respirar, que la corrupción no continúe haciendo de las suyas, que los niños y niñas disfruten de unas festividades en las cuales les corresponde ocupar lugar principal.
Aun cuando hayamos perdido una ilusión, sufrido la pérdida de seres queridos, de amigos que nos dejaron cuando menos lo esperábamos, expectativas nuevas anidan en nuestros corazones al final de este pésimo año bisiesto 2020. Nos hallamos zarandeados, jamás derrotados ni rendidos. Anhelamos la concordia y solicitamos a los violentos silenciar las armas, permitir que de verdad haya paz, no golpear más a la comunidad en campos y ciudades.