Turbulenta campaña presidencial | El Nuevo Siglo
Domingo, 25 de Octubre de 2020

La polarización que divide a los Estados Unidos atrae la atención mundial, en especial por cuenta del coronavirus que dificulta los movimientos de los candidatos y de masas, vitales en eventos de esta naturaleza. En un país de tan gran extensión y con tantos millones de votantes, una campaña virtual es algo inédito y de repercusiones desconocidas.

Lo cierto es que en el primer encuentro entre los candidatos no se da un debate, sino un desencuentro, una suerte de pugilato de variados cargos e insultos, en los que el gobernante actuaba bajo los efectos de los fármacos que le dieron sus médicos en ese momento, dado que se sospechaba que estaba contaminado. El denominado primer debate sorprende al público y deja mal parados a ambos. Como se había especulado que Joe Biden, era como una especie de momia, que escasamente podría balbucear algunas consignas aprendidas de memoria. Pronto se observa que es un personaje cauteloso, experimentado y que sabe contenerse. En realidad, fuera de vicepresidente, es un ducho parlamentario y político.

Es claro que estos debates no están dirigidos a públicos selectos ni de intelectuales, sino al conjunto popular. Se trata de mostrase elocuentes y afirmativos en unos cuantos temas del programa o iniciativas, con la finalidad de conservar seguidores y atraer nuevos electores. 

La dificultad estriba en que la política se mueve en el terreno pantanoso y los negativos efectos del coronavirus. Lo que demuestra que el ejercicio pleno de la democracia no es fácil, en especial cuando la sociedad está acorralada y asustada. Los partidos políticos reducidos a los mensajes por televisión, pierden atractivo e influencia.  

El presidente Donald Trump logró excelentes resultados económicos y casi que el pleno empleo en su gestión. Se daba por descontado que sería reelecto, hasta que se abatió sobre el país el virus, vinieron los despidos en cadena y la quiebra de millares de empresas. Pese a semejante crisis, sin dejar de atender el malestar social por la pandemia y el creciente número de muertos, el Gobierno consigue que la economía no colapse y que se creen nuevos puestos de trabajo en medio de la crisis. 

Por su parte, los demócratas con miras a derrotar a Trump, diseñan una política más radical para atraer a los sectores extremos de los contrarios al sistema. Van más lejos que Obama y se entienden con agitadores al estilo del castrochavismo. Siendo Biden, casi a todo lo largo de su carrera política un moderado, para llegar a la primera magistratura resuelve conseguir los votos de la franja lunática, con sus demagogos de turno y el radicalismo que representan. 

Esto ocurre en tiempos en los cuales, en las calles de las grandes ciudades de los Estados Unidos, grupos de malandros amenazan a los ciudadanos y lanzan piedra contra los edificios públicos y monumentos históricos, con un cierto afán de destrucción y repudio al pasado. No son los descontentos de siempre, ni cuatro gatos, hasta en sus arrebatos destructivos consiguen acorralar al gobernante y a sus funcionarios de la Casa Blanca, que deben ingresar a un refugio. Eso no pasa todos los días, más es una muestra del malestar creciente que afecta el comportamiento masivo de los sectores más radicales, que la emprenden también y de manera brutal contra la policía en varias ciudades. Lo que provoca algunos excesos policiales, que llevan a los funcionarios a responder ante los jueces. 

La situación es controlable. En Estados Unidos, no tienen un partido comunista importante. Como no lo había en la Rusia de los zares. Lo que si se dan son grandes abismos y siempre existe el peligro latente que en una crisis económica y de pandemia, un sector de la sociedad manejado por minorías audaces incendie algunas ciudades y saquee unos cuantos almacenes, cosa que ya ha ocurrido. Por lo que el Gobierno debe asumir enormes responsabilidades y responder con eficacia a los intentos desestabilizadores, que es lo que hizo a tiempo Trump, a sabiendas que la cosa no es tan fácil en un país federado. 

El segundo debate favoreció a los dos candidatos, más es de destacar lo que Trump pudo demostrar, que de no actuar como lo hizo habría colapsado la economía. Y que puede ser el Presidente de carácter de la recuperación económica y el que enfrenta los desafíos del coronavirus con inmensa responsabilidad y audacia. ¿Se traducirá en los votos que le faltan? 

 

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