De tanto consumir medios digitales, llevados por el espejismo de estar en el centro del escenario como protagonistas, se corre el riesgo de desconexión con la vida real. Casi de manera imperceptible se empieza a caminar por el "metaverso", el nuevo universo soñado por Marck Zuckerberg. Y eso en política es grave porque aún votan los hombres de carne y hueso y no las cuentas.
Gran parte del juego político en Colombia sigue estando en la plaza pública de los pueblos y ciudades. No se ha trasladado definitivamente al escenario virtual. Eso lo saben muy bien algunos aspirantes a la Presidencia, como el recién elegido candidato del Centro Democrático, Óscar Iván Zuluaga, quien continuará recorriendo el país bajo el lema “soy todo oídos”. Está apelando al ciudadano que vota, más que a la "cuenta" que twittea. Al fin y al cabo esas cuentas hasta se ofrecen en el mercado para compra-venta, manipulación etc, etc. Siguen siendo susceptibles de adaptación a las propias fantasías y pasiones de quien las contrata. Un asesor de imagen puede fabricar un mundo ideal a partir de los sueños de quien le paga, pero de ahí a hacerlo equivalente a la realidad en votos aun hay un gran trecho. No se sabe por cuanto tiempo.
Colombia tiene 3.350.000 cuentas en twitter, según datos del Digital 2021, informe de We Are Social, agencia creativa especializada en redes y hootsuite, líder mundial en gestión de redes sociales.
Esos más de tres millones no necesariamente son personas, pues una persona puede tener varias cuentas o una empresa abrir miles y utilizar robots. En el complejo mundo de quienes conocen estos temas, detectan con facilidad las bodegas que proveen usuarios "deseados". Entre ellos perciben con facilidad quién está haciendo qué. Un ejercicio que para el resto de nosotros resulta inintelegible. Por ejemplo, ¿Cuántos de los campesinos colombianos que siempre han votado, dominan el twitter? Acaso, ¿creen que ellos siguen el espectáculo diario fabricado sobre un ring que privilegia pasiones y egos?
Twitter sirve como detonante para propagar incendios. Es muy apto para pirómanos sociales. Basta analizar las marchas recientes, con sus actos vandálicos incluídos, para determinar que millones de colombianos sin twitter no las apoyaron, querían trabajar y vivir en paz, pero varios de los grandes medios se dedicaron a privilegiar a los miles de incendiarios en redes quiénes parapetados tras reivindicaciones sociales reales de la población, sólo buscaban el caos institucional. Las noticias de twitter, multiplicadas en medios tradicionales y leídas con ópticas ideologizadas, buscaban claramente un fin electoral a partir del caos. Pero se percibió claramente un efecto bumerang en una de las campañas presidenciales.
Creer que Colombia es sólo twitter es ingenuo. Muchas de las noticias que se convierten en tendencia no necesariamente son verídicas. Twitter es sólo un pedacito de la realidad. Creer lo contrario es aislarse y perder el contexto. Muy peligroso en época pre electoral.
Cada vez va a ser mucho más difícil despertar de estos universos virtuales donde pretenden convertirnos, de manera imperceptible, en marionetas adictas. Dios quiera que nuestra democracia siga siendo de carne y hueso o si no las elecciones del futuro serán en el “Metaverso” y allí ¿Quién elige?