Estamos a medio mes de que se acabe este año, que parecía bisiesto, al son del ulular de las aves de mal agüero, que cotorrean diciendo que el año “bisiesto es siniestro” y descubrieron que en unos de tales años “espurios” se hundió el Titanic, comenzó la guerra civil española, asesinaron a Luther King, Mahatma Gandhi, Robert Kennedy y a John Lennon y que, para no ir muy lejos, coincidió, hace un par de años, con un gran siniestro que vino a poner una talla muy alta: la aparición del maldito coronavirus, con sabor a murciélago cocinado en caldo de Wonton, que en Colombia se nos llevó a casi 150 mil almas, con mi hermano Rodrigo, varios parientes y amigos cercanos.
Pero, para no ir muy lejos, el año que ahora acaba nos ha mandado dos grandes latigazos: para el mundo, la infame guerra de Ucrania, que ha desatado el “Hijo de Putin” y para Colombia el advenimiento de la izquierda al poder, que muchos ingenuos apenas van descubriendo que era “radical” cuando los tambores dictatoriales empiezan a retumbar estos días prenavideños, como queriendo opacar el tradicional pastorcillo tamborilero que rinde homenaje al natalicio del Niño Dios, hecho cimero de nuestra religión cristiana, ocurrido en Belén de Judá hace 2.022 diciembres.
Pero si bien este año no es “técnicamente” bisiesto (pues febrero se dejó venir normal, de 28 días y no 29, como ocurre cada 4 años) habremos de recordar que el Emperador Julio César, “viendo estrellas” por la belleza de la reina egipcia Cleopatra -quien también puso a Marco Antonio a girar en torno de su órbita geoestacionaria- allí en Egipto le encomendó a Sosígenes, reputado astrónomo y matemático, en latín, la tarea: repítase el sexto día antes del primer día del mes de marzo y el Papa Gregorio XIII dictó en 1582– vía Bula Inter Gravissimas- Sentencia de Unificación sobre la materia y se inventó el día 29 de febrero, a resultas de lo cual cada cuatro años se corrige el año calendario por una acumulación de aproximadamente 1/4 de día por año que equivale a un día extra y así se logró -con la ayuda del compás del astrónomo jesuita Christopher Clavius- la cuadratura del círculo, con ese calendario gregoriano.
Y si fuera por la mera condición de siniestralidad, este año calendario tendría sobradas razones para adquirir el calificativo de annus bissextus, que por lo pronto se va convirtiendo en muy largo y esperamos que el presente cuatrienio – que apunta a ser el más largo y negro de nuestra historia- no se extienda más allá de lo normal. Leímos en la prensa – perplejos- que nuestra Cancillería se dirige a la venezolana “… En la oportunidad de enviarle un saludo bolivariano y revolucionario” (sic) para informar sobre la captura con fines de extradición…. vaya inédita camaradería con el oprobioso régimen del dictador Maduro, que ahora ha pasado a convertirse en el “nuevo primer mejor amigo” de nuestro presidente. La historia fatídica se repite.
Post-it. Se nos fue el miércoles en Medellín nuestro exsacerdote rector del Colegio Salesianos de Dosquebradas, Gustavo Pérez Gómez, con quien pudimos compartir el último encuentro conmemorativo de egresados, hace justo un mes. Dios guarde al querido amigo en su Eterna Morada.