Como debe ser, cordialmente, -excepto el gesto de mal gusto de Antanas Mockus de bajarse los pantalones-, el veinte de julio se instaló el Congreso elegido para el período 2018-2022, en el cual ocupan curul miembros de los movimientos y partidos que participaron en los últimos comicios y voceros de la colectividad Farc en desarrollo del Acuerdo de Paz. El presidente Juan Manuel Santos destacó la integración multicolor, pluralista del órgano legislativo, que en este ocupen escaños voceros de la oposición bajo las normas del Estatuto que la garantizan.
Se produjo la elección de las mesas directivas de Senado y Cámara, con representación de las diferentes fuerzas, quedó demostrado que el presidente electo, Iván Duque cuenta con el respaldo del 75 por ciento del Congreso, lo cual facilitará la discusión y aprobación de actos legislativos y leyes, especialmente en materias económicas, de salud, educación, justicia e implementación del proceso de paz. Curioso que el senador Gustavo Petro, jefe de la oposición, no tenga un número significativo de curules a pesar de haber obtenido ocho millones de votos, dos millones trescientos mil menos que el compatriota victorioso. Ojalá que el Capitolio sea el epicentro de grandes debates y fecunda la labor parlamentaria. No siempre las votaciones serán con el mismo número pero la Nación confía en las relaciones fluidas de Legislativo y Ejecutivo.
El gabinete del presidente Duque pinta bien, los nombres anunciados integran un equipo idóneo. El apoyo liberal y conservador al mandatario reviste lógica y en cuanto a la crítica constructiva planteada por la Alianza Verde veremos en que consiste. Sin clientelismo, el Estado de Derecho continúa su curso. Hay grandes retos, la lucha contra la corrupción está en la primera línea, subsisten el lío de tierras, las disputas por la exploración y explotación de minerales, urge parar los asesinatos de líderes sociales relacionados con lo anterior, la acción demencial de violentos armados.
Entre asuntos pendientes quedan las inadmisibles pretensiones de Nicaragua en cuanto al “cumplimiento” de la sentencia de la Corte Internacional de Justicia de noviembre del 2012 y la insólita de extensión de la plataforma continental a más de 200 millas. ¿Qué tal aguas arriba colombianas y el fondo del mar de otro Estado? Absurda hipótesis. Igualmente corresponde avanzar multilateralmente para la restauración de la democracia en Venezuela y configurar con colaboración internacional el programa destinado a organizar la migración de ciudadanos del vecino país obligados a abandonar su patria.
Logros y errores del gobierno de Juan Manuel Santos forman parte ya de la historia, positivos son sus deseos por el éxito de la administración Duque. En síntesis: Un buen despegue.