El acuerdo final para la terminación del conflicto trae varios puntos cruciales que seguramente pondrán a pensar al país pero algunos, a más de críticos por sus perfiles, son llamativos, pues debido al conocimiento y experiencia nacional, permitirán en su implementación y desarrollo auditarías y así se podrá comprobar el cumplimiento de lo acordado por las partes.
El asunto de mi referencia es el atinente al narcotráfico y sus aristas; solucionar este problema es un reto bastante soberbio por las circunstancias y antecedentes que rodean los cultivos, la producción, el transporte, la comercialización y el mismo consumo, tanto internacional como doméstico. Se viene hablando no sólo en la mesa de negociaciones sino al interior del Gobierno, de un nuevo modelo de lucha contra la cadena del narcotráfico, y se sustenta en crear un Programa Nacional Integral de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito que logre motivar o convencer a los cultivadores, especialmente de hoja de coca, para adelantar una sustitución voluntaria de siembras, empresa para nada nueva en el país y sobre diagnosticada.
Creo que todos los colombianos hemos hablado de los problemas del campesino y las fáciles, ¡nunca grandes!, ganancias que le producen estas plantaciones. Sobra recordar que se soporta la necesidad de solucionar el día a día económico de los agricultores cuando hablamos de cultivos legales y se ha reconocido que no existen alternativas capaces de sustituir esa ventaja. Pero bueno es un acuerdo y se debe respetar cumpliéndole al país, apoyado en la experiencia el gobierno se propone privilegiar programas efectivos y alternativos en ese sentido. Estamos seguros que de lograrse controlar los cultivos ilícitos, tendremos ganado buena parte del compromiso.
Recordemos que en un principio la base y pasta de coca no se originaban en Colombia y era menester traerla de los países productores de la hoja; en nuestro territorio solo se procesaba para obtener el clorhidrato, actividad que hoy por hoy se puede controlar con solvencia dada la capacidad de la fuerza pública para hacer presencia en todo el territorio nacional, apoyada por la tecnología de punta que neutralizar el movimiento de insumos y precursores químicos, irremplazables en la producción del alcaloide. Este compromiso, como lo manifestamos en un principio es verificable y fácilmente auditable, porque existen organizaciones especializadas en esos seguimientos con la experiencia y comunicación permanente que permitirá tener informado al país de los éxitos.
Pero esperamos que el compromiso de las Farc, a más de marginarse por completo de la actividad y apoyar la solución del problema, proporcionando información y suspendiendo cualquier nexo con el narcotráfico, se cristalice con la motivación a cultivadores. No olvidemos que ellos conocen la problemática regional y deben ayudar al desmantelamiento de redes, pues los narcotraficantes continuarán y de ser neutralizados, lograremos conquistas importantes.