Ramón Jesurún ha sido un líder destacado en el fútbol colombiano y sudamericano por casi una década. Desde que asumió la presidencia de la Federación Colombiana de Fútbol, en 2015, hasta su rol reciente en la Confederación Sudamericana de Fútbol, ha sido reconocido por su profesionalismo y dedicación. Sin embargo, un incidente en Miami este 14 de julio ha puesto en entredicho su integridad, enfrentándolo a acusaciones de agresión y exponiéndolo a una intensa cobertura mediática. Es crucial abordar cómo se ha manejado su caso en las redes sociales.
Ramón fue retenido, en un evento que se convirtió rápidamente en un espectáculo mediático. Lo que muchos desconocen es que todo se debió a la mala organización y control del evento. A él se le impidió el acceso al acto de entrega de la Copa, a pesar de tener la credencial necesaria y la importancia de su presencia en el mismo, a punta de empujones. La falta de autoridad y previsión fue el verdadero problema, causando que los hinchas, tanto de Argentina como de Colombia, quienes habían pagado entradas muy costosas, desesperaran y avalancharan, en un acto de frustración y caos, algunos con vandalismo, otros con simple pánico.
Es alarmante cómo algunos tienden a juzgar sin conocer los hechos y sin empatizar con la situación. La crítica fácil y, en algunos casos, la condena pública ha sustituido a la presunción de inocencia, un principio fundamental en cualquier sistema justo. En tiempos difíciles es común señalar con el dedo y olvidar las contribuciones y el valor de una persona. Ramón no es solo un nombre en los titulares; es un ser humano con una familia, amigos y una carrera construida con esfuerzo y dedicación.
Como presidente de la Federación Colombiana de Fútbol ha liderado numerosas iniciativas que benefician el desarrollo del deporte en el país. Bajo su liderazgo, la selección nacional ha alcanzado nuevos niveles de éxito y reconocimiento. Además, su papel en la Confederación Sudamericana de Fútbol ha fortalecido los lazos entre las federaciones y ha promovido el deporte en toda la región. Muchos han sido los momentos de alegría al país que Ramón, con su contribución, nos ha dado. Estos logros no deben verse opacados por un incidente aislado, cuya veracidad y contexto aún están bajo investigación. ¿Quiénes somos para juzgar cuando la justicia aún no se ha pronunciado?
Los juicios de valor y la falta de objetividad en algunas aplicaciones y los comentarios solo contribuyen al sensacionalismo y destruyen reputaciones. Esto subraya la fragilidad de la reputación y el daño irremediable que pueden generar algunos desinformados. La justicia debe prevalecer en los tribunales, no en la esfera pública. Debemos esperar los resultados de la investigación antes de emitir juicios definitivos. La opinión pública, a través de juicios apresurados, rara vez considera el impacto humano de sus reacciones. La prensa debe ser responsable, proporcionando información equilibrada en lugar de aumentar el sufrimiento de los involucrados. Sobre todo, debería enfocarse en los asuntos realmente preocupantes, como lo es la situación de nuestro país.
Tanto Jerusún como su familia deben estar soportando una carga emocional considerable, un calvario, no solo por el proceso judicial, sino por el linchamiento mediático, enfrentando el escrutinio de una sociedad que parece haber perdido la comprensión y la empatía, que irresponsablemente salta a conclusiones sin antes permitir que investiguen aquellos a quienes les corresponde hacerlo. En lugar de contribuir a la crítica destructiva, debemos recordar los principios de justicia y equidad. Todos merecemos una defensa justa, que cuide nuestra reputación y la oportunidad de contar lo sucedido.
En resumen, es crucial adoptar una postura más reflexiva y comprensiva en lugar de dejarnos llevar por el sensacionalismo y la crítica fácil. Ramón merece nuestro agradecimiento y apoyo por su trayectoria profesional, los años de arduo trabajo y su dedicación y contribución al deporte, no permitamos que un incidente opaque la reputación de un hombre que tanto ha dado a su país y al fútbol sudamericano.