Este año el presupuesto para el sector educativo es de 44,1 billones de pesos, el más alto de la historia. Con este dinero se financia la educación pública gratuita de más de 8 millones de niños, la cual incluye el Programa de Alimentación Escolar. Sin embargo, aunque el sistema avanzó en cobertura, en calidad no lo logró. Por otro lado, la educación universitaria avanzó en calidad pero su crecimiento en cobertura es bajo ¿Cuál es la solución?
Los economistas han demostrado dos premisas sobre cualquier mercado: primero, la competitividad aumenta el beneficio social; segundo, el valor de las cosas está determinado por el esfuerzo involucrado.
Para la primera premisa miremos el ejemplo de Suecia. Este país tiene uno de los mejores sistemas de educación básica en el mundo. Su origen se dio bajo el concepto de libertad educativa. Cada padre de familia es libre de escoger el tipo de educación que quieren sus hijos; por eso el Estado les entrega un “bono educativo” para que los gasten en el colegio que ellos consideren. Esto llevó que desde el año de 1992 se aumentaran en más de 15 veces el número de claustros educativos privados de alta calidad, y que la cobertura llegará al 100% de la población. Los colegios se pelean porque los padres gasten sus “bonos educativos” en ellos. Aquí en Colombia, la educación básica es pública por lo que no existe ningún interés por parte de los colegios en hacerla de calidad, y en cambio sí se crean sindicatos como Fecode que adoctrinan y piden más recursos.
El éxito del programa “Ser Pilo Paga” fue que copiado de la idea de libertad educativa de Suecia. A agosto de 2019 ya se tenían 39.996 beneficiarios. Bajo el programa de “Generación E” se le suman otros 3.536 jóvenes.
La segunda premisa va ligada en el aporte como ciudadanos. Ningún programa del Gobierno es gratis. Los finlandeses como los noruegos cuidan lo que tienen porque saben que pagan por ello. La educación en estos países la pagan los profesionales mediante un sistema indirecto de “Contingente al ingreso”. Se estima que el promedio de un finlandés en impuesto de renta es del orden del 33% de sus ingresos. Un colombiano promedio en Colombia no paga este impuesto.
Los sistemas piloto de Contingentes han sido efectivos en Colombia. La universidad de los Andes creo el programa “Quiero Estudiar “donde financia hasta el 90% de la matrícula de los estudiantes si se comprometen a donar un 20% de sus ingresos laborales cuando se gradúen por el doble de tiempo que tuvieron los beneficios. Esta devolución se hace mediante un “compromiso de honor” y no una obligación. Los graduados pagan porque entienden el valor de la educación y quieren que otros puedan tener esa oportunidad. Para el 2018 el programa tenía más de 800 estudiantes activos, donde 108 se han graduado bajo este modelo. El nuevo modelo del Icetex es otro ejemplo. Entre 2010 y junio de 2019, ha entregado 528.187 créditos educativos. Para los mejores estudiantes y con menores recursos, se les condona el 25% de la deuda.
Los mejores modelos educativos involucran una alta competitividad entre quienes ofertan (colegios o universidades), y un pago progresivo por quienes demandan (padres de familia o estudiantes). El Estado debe actuar únicamente como de regulador del mercado.