Desde tiempos inmemoriales los británicos no se han sentido identificados y unidos al continente europeo. Esta insularidad no es simplemente un fenómeno meramente geográfico, sino cultural y sobretodo mental. No es simple coincidencia que los dos únicos conquistadores de ese continente -Napoleón y Hitler- jamás pudieron doblegar el espíritu y los territorios de Inglaterra y Escocia.
La grandeza de Winston Churchill residió en haber podido comprender y encausar esa rebeldía. No hay que olvidar que los grandes intereses coloniales siguen latentes en el corazón del viejo león británico y gracias a ello la Commonwealth está más vigente que nunca en Asia y África, consolidando sus lazos comerciales y políticos.
El Brexit es, por esta razón una gran barrera que se está interponiendo en la fluidez de esas relaciones. Para los entendidos este divorcio puede perjudicar a la larga los intentos por consolidar la unidad del viejo continente. Para muchos la unidad insular - continental es la forma más segura de evitar una nueva conflagración, como las anteriores guerras mundiales.
Brexit es la abreviatura de dos vocablos anglosajones: britain y exit (salida) y que significa: salida del Reino Unido de la Unión Europea. La otra opción, Brenain (de britain y remain: permanecer), infortunadamente no ha tenido éxito mediático ni electoral. Aunque los resultados adversos del último referendo no tienen un carácter obligatorio ni vinculante, sus consecuencias han sido dramáticas para la vida política inglesa. Los Estados Unidos, Alemania y Francia han apoyado la opción de que Londres continúe fiel a Bruselas.
Los más optimistas estiman que la solidez y la capacidad de la economía británica le permiten negociar con ventaja su retiro y así poder llegar a un buen acuerdo de libre comercio de bienes y servicios entre las dos partes. Los pesimistas creen por el contrario que esa separación provocaría una crisis sin precedentes, especialmente en el autoabastecimiento de materias primas e inversión extranjera. Lo más grave podría ser que, a la postre, los ingleses terminaran perdiendo el derecho a trabajar libremente en los 27 países de la comunidad europea.
Como si fuera poco el acuerdo que había logrado con los europeos la primera ministra Theresa May sufrió una contundente y humillante derrota en su Parlamento. Sin embargo, logró sobrevivir a una moción de censura que impulsaron los laboristas. Sin tiempo y sin argumentos su gobierno no parece tener salida alguna. Nadie parece tener una fórmula mágica que termine con esta crisis.
Adenda
Muy merecida y muy acertada la designación de Jorge Hernando Pedraza como Secretario General de la Comunidad Andina. De seguro cumplirá una brillante y eficaz tarea.