Debido a la igualdad esencial de los seres humanos -que muchos solo han comprendido al ver que, por el Covid19, la muerte es una realidad que, sin distingos, está a la vuelta de la esquina-, la pandemia nos ha puesto de bruces frente a las obscenas injusticias sociales de nuestro país. Y esto ha hecho que quienes se suponía ejercían un liderazgo visible, muestren cada vez más el cobre.
La mayoría de los supuestos líderes han estado reducidos a hacer lo que toca (cuarentenas, ampliar cobertura de hospitales etc.). Pero los líderes de verdad son los que se dedican a hacer lo que se necesita. Y el país necesita soluciones a fondo para la pobreza de la mayoría de hambrientos que pueblan las ciudades, pueblos y campos, para los millones de trabajadores informales “cesantes”.
Nadie habla de grandes soluciones económicas: ni el presidente que se limita a medidas convenientes, pero del tipo “paños de agua tibia”, ni el Banco de la República (¿emisión o préstamos internacionales, falso dilema?) ni el BID, ni la OEA, ni el Banco Mundial, ni los multimillonarios del país que podrían meterse más en serio la mano al bolsillo. Hay una considerable cantidad de dinero guardada como si todo estuviera marchando y a nadie, con potestad decisoria, se le ocurre que hay que ponerla en manos de los pobres, para sumar a lo que ellos reciben o difícilmente consiguen. Hoy en día ¿es benéfico tener las “reservas internacionales” en otros países? ¿no deberían estar, al menos en parte, en los bolsillos de los colombianos más pobres? ¿Es más importante mantener buena calificación de “riesgo-país” para potenciales inversionistas?
Tampoco se escuchan grandes ideas políticas. Muchos se dedican al mismo discurso y a asustarse con las cifras de muertos e infectados. “Los partidos perfilan planes para el futuro del país” se tituló un artículo en este diario, pero al leerlo no queda sino desazón por la pequeñez de ideas. Por ejemplo, alguien dijo hay que hacer “un plan de recuperación económica similar al que permitió la reconstrucción de Alemania y Europa en la posguerra” sin caer en la cuenta de que durante la II GM, la economía no se detuvo como está sucediendo hoy.
En fin, las grandes ideas políticas y económicas brillan por su ausencia. Por ejemplo, aprovechando la ampliación que tocó hacer de las bases de datos del Estado y el aumento de la bancarización ¿se está planeando de verdad suplir la necesidad de marchitar rápidamente la focalización de los distintos programas sociales al mismo tiempo en que se unifican para lograr una renta mínima universal? ¿se ha pensado en serio en la rebaja de sueldos permanente a congresistas y altos funcionarios del Estado, para de allí obtener subsidios de capital semilla y asesoría técnica para la creación y puesta en marcha de organizaciones de economía solidaria y/o cooperativas para campesinos y trabajadores informales?
En fin, necesitamos liderazgo para tomar rápidamente las decisiones y no quedarse solo en lo que toca hacer.