LA nueva reforma tributaria está cocinada, ingerida y digerida. Fue elaborada cuidadosamente por el minhacienda José Manuel Restrepo y su equipo, alejándose cuidadosamente de las “ducarrasquilladas” de la anterior, que nos condujo al desbarajuste de abril, mayo y junio.
Según las cuentas, Duque y Restrepo llevaron al dorado salón de la Casa de Nariño a los partidos de la coalición, con no muy conocidos militantes, que buscaban mostrar la fuerza legislativa que está lista para “votar sí”. Claro está, que el ahora denominado “proyecto de inversión social” - ¿por qué no llamar las cosas por su nombre? - recaudará 15.2 billones de pesos, que habían ofrecido los ricos en enero del 20, y no la monstruosa cifra de 30, a la que aspiraban Duque y Carrasquilla.
El nuevo texto, desde luego, lleva la aprobación de Uribe y Vargas Lleras, únicos dirigentes que fueron consultados prioritariamente. Busca evitar la brusquedad del anterior para las clases populares. Error grave, porque un esfuerzo de esta naturaleza debería contar con todos los partidos y movimientos, es decir por el país que votó para que las leyes tuvieran equidad, beneficio, justicia y certeza para toda una nación de 50 millones de habitantes.
El proyecto y su objetivo están fincados en sacar al país de los problemas actuales, ocasionados por la pandemia, el despilfarro y la corrupción. Según el ministro Restrepo, los 15.2 billones de pesos saldrán de la reducción de los gastos del Estado y el resto de la solidaridad que, desde enero del 20, habían ofrecido las empresas, a través de incremento de la renta del 30 al 35 por ciento.
Esa reducción del gasto puso a pensar a mucha gente, ya que tanto la Procuraduría como la Defensoría incrementan estrafalariamente sus nóminas. Mucha gente piensa que esa modalidad sería una forma de reemplazar la compra de votos, especialmente cuando se ha puesto “ojo al 22”.
La reforma, según lo explica el ministro Restrepo, permite generar empleo, ayuda a la educación, extender el ingreso solidario y ampliar el subsidio a la nómina para incrementar el empleo.
Los exministros Mauricio Cárdenas y Juan Carlos Echeverry, ambos candidatos presidenciales, urgen al gobierno a aplicar medidas que permitan poner dinero en los bolsillos de la gente, cosa que no se ve muy clara con esta reforma. El último también plantea una “turbina verde” con una agroindustria que permita explotar el campo. Pero sobre tierras parece estar prohibido hablar.
Se hace urgente que tanto el Gobierno, el Congreso, los gremios, los diferentes movimientos políticos, los trabajadores y en general la gente pensante, abran un diálogo amplio, para que el proyecto del ministro Restrepo, no pueda conducir al país por las tragedias que soportó por culpa de Carrasquilla. Estamos a tiempo de cambiar el rumbo si queremos saltar las candeladas.
BLANCO: La policía no puede ser un cuerpo irresistible al militarismo.
NEGRO: Urge aclarar lo de Haití para limpiar imagen de nuestras FF.AA.