URIEL ORTIZ SOTO | El Nuevo Siglo
Viernes, 29 de Marzo de 2013

Paz no puede ser piñata de oportunistas

Es preocupante que se esté hablando de la proximidad de firmar el Acuerdo de Paz, iniciado hace unos meses en Oslo –Noriega y posteriormente en La Habana – Cuba, cuando continúan los ataques a la población civil, fuera de los secuestros registrados en los últimos meses, el hostigamiento y destrucción de infraestructuras. Es decir: todo sigue casi igual a como antes.

¿Será que se pretende llegar a un acuerdo de paz con los burgueses de las Farc que se encuentran sentados en la mesa de diálogo, cuando estos señores, ya han demostrado más de una vez, que no tienen el control de la tropa subversiva? ¿A qué costo se piensa hacer semejante exabrupto?  -Continuamos sosteniendo que en las Farc, no hay unidad de mando-.

Si la paz en condiciones tan absurdas se va a utilizar como bandera para la reelección del Presidente Santos, proclamándolo también como candidato al Premio Nobel de Paz, considero que vamos camino al fracaso. Después de firmado este proceso aparecerán las fisuras con ahondamientos más profundos tanto en los diferentes frentes de las Farc, como en la población civil que no le perdonarán al Gobierno, haberla firmado a espaldas de la realidad nacional e internacional.

Indudablemente todos queremos que el proceso de paz llegue a feliz término, pero no firmado a las volandas, por encima de miles de cadáveres, millones de desplazados, huérfanos, viudas, lisiados y víctimas de las minas antipersonas, destrucciones y violaciones a los más elementales derechos humanos, que a través de más de cincuenta años hemos venido padeciendo por acción de los grupos guerrilleros.

Pretender firmarla en tales condiciones sería como abrir las puertas de la impunidad, y gritar a los cuatro vientos que, en Colombia no pasa nada, que se pueden seguir cometiendo toda clase de delitos atroces, y que las víctimas no tienen derecho siquiera a chistar, ni mucho menos a ser indemnizadas.

No olvidemos que existen secuelas tan graves en las últimas cinco generaciones que  pretender borrarlas tan olímpicamente, para dar paso a una piñata de oportunismos y prebendas políticas, no deja de ser asunto de aventuras con un alto grado de irresponsabilidad. La mayoría de nuestros compatriotas directa o indirectamente, han sido víctimas del conflicto armado.