Las vacunas para las segundas dosis empiezan a faltar. A pesar de las gestiones del gobierno colombiano están llegando pocas y tarde. Las farmacéuticas incumplen, ahorcadas por las exigencias de los países desarrollados. El poder de Don Dinero ha tirado por la borda años de cooperación global. Ha surgido un nacionalismo que amenaza la salud mundial y aleja el éxito del combate contra el Covid-19, pues mientras no estemos inmunizados el 70% de todos los habitantes del planeta, seguimos en peligro. ¿Están de regreso los sentimientos de superioridad de razas y naciones que condujeron al mundo a los horrores que creíamos extirpados para siempre? ¿Es exagerado el anterior interrogante? Cuando 80 países aún no han podido suministrar ni una sola dosis y cuando se observa el cuadro patético sobre el tiempo que le falta a cada país para llegar a la “inmunidad de rebaño”, cobra validez la pregunta. El crecimiento del desempleo, la pobreza y el hambre consiguientes, no se detiene. La pandemia se cierne impredecible sobre los desposeídos y ha destrozado el espíritu de las alianzas humanitarias. China le cerró las puertas a una tardía comisión de la OMS y la ONU no intenta siquiera ocultar su abrumadora inutilidad.
Nuestros países del Sur y Centroamérica han salido cada uno a luchar solo ante el mundo insensible de las farmacéuticas. Están gastando hasta lo que no tienen y con gran responsabilidad con sus pueblos. Es el momento de Una Nueva Alianza por la Salud de la Humanidad, que supere obsoletas organizaciones y tenga fuerza moral y política para sentarse frente a los poderosos del mundo y exigir el predominio de la solidaridad y la ética en las relaciones internacionales como lo planteó Hans Küng, el teólogo de muestro tiempo.
Trascendió que el FMI y el Banco Mundial están hablando de la renegociación de las deudas soberanas. José A. Ocampo ha insistido en el tema y en los Derechos Especiales de Giro no utilizados y que debían servir para aliviar el inmenso choque económico en nuestros países. Pero, esas y otras decisiones siempre se toman a la medida de los intereses de los dueños del dinero. Es por eso, que se hace necesario unir fuerzas regionales para que se oiga una sola voz de los más necesitados. Un aplazamiento a 50 años de la deuda contraída para enfrentar la pandemia, por ejemplo. Esa tarea inmediata puede ser muy oportuna y útil para arbitrar los recursos que exigen programas como Ingreso Solidario y la matrícula universitaria gratis para los estratos 1, 2 y 3, pioneros en la profunda transformación social que impulsa el gobierno Duque. Es decir, buscar plata donde la hay.
Una observación: En las misiones sobre el desarrollo, la economía y la fiscalidad siempre se recurre a economistas, expertos en números y especialistas en crear nuevos impuestos. Nunca se designan a juristas que lleven la voz del Derecho y el respeto a la Constitución. Se juegan a la ruleta de las Cortes a ver si pasan sus gravámenes ilegales. Es el caso de las pensiones, derechos adquiridos que gozan de intangibilidad, como lo establece el artículo 48 de la Carta Política, y que se ha pasado por la faja la Corte Constitucional. No es la cuantía de la pensión la que debe determinar el tributo. Es que además de ilegal es injusto con los que ya no producimos. Repito, la pensión se reconoce como derecho fundamental y eso limita al legislador.
P.S. “Conviene al buen pastor esquilar las ovejas, pero no desollarlas”. Suetonio. Tiberio, 32