Como verdadero camino hacia la paz, está, antes que acuerdos aun democráticamente adelantados, el poner freno a la corrupción en sus diversos aspectos. Antes que leyes y consulta anticorrupción está la recta formación de las conciencias y la ejecución de obras benéficas a la comunidad, sin búsqueda de personales provechos y ejecutadas con diamantina honradez. Se pueden gastar astronómicas sumas en dar beneficios a maleantes para que dejen sus sendas criminales, o destinarlas a impulsar consultas populares sobre corrección de circunstancias que facilitan actos corruptos o inveteración de ella, pero solo martillando sobre indelebles principios, y con testimonio vivencial de ellos, se tendrá erradicación de ese corroedor flagelo de la sociedad.
Se ha destacado, en estos días, la labor en la docencia, en los medios de comunicación y en el adelanto pulcro y honesto de obras en beneficio de los más necesitados de parte de los Padre Eudistas, bajo el nombre de “Minuto de Dios”. Tuvo origen en el visionario lanzamiento del hoy Venerable Padre nortesantandereano Rafael GarcíaHerreros, nacido en 1909, quien inició esta colosal obra, llevando bendición a la televisión recién fundada en Colombia (1954), al pedir hablar de Dios y de obras emprendidas bajo su amparo “un minuto diario”.
Ante el impacto de esa breve pero llamativa presentación, vio el Padre Rafael la oportunidad para realizar un banquete de solo caldo y pequeño pan, con lo que aspiró y logró recolectar para vivienda de los pobres un millón de pesos, suma significativa en esas calendas. Millares de viviendas, sin tocar el erario público ni convertir esa obra de bien en propaganda política, se han construidos a lo largo y ancho del País, en Bogotá y muchas otras ciudades. Heredero del espíritu y celo pastoral en lo social del Padre Garciaherreros, ha sido desde su paso para el cielo (24-11-92) el también Sacerdote Eudista, antioqueño Diego Jaramillo Cuartas, nacido en 1932, quien ha ejercido como Director de la hoy multifacética Corporación “El Minuto de Dios”, manteniendo la línea de construcción de vivienda para pobres y abriendo nuevas frentes de ella como la Radio, Hogares Infantiles y la Universidad.
Al tener a la vista realizaciones como las mencionadas, ejecutadas desde admirable testimonio de desinteresado servicio a la comunidad, y con tanta pulcritud, y ver que se están buscando fórmulas de remedio a la galopante corrupción que flagela a Colombia, y a tantos países del mundo, lleva a pensar que esa escuela de diamantina honestidad, y no otras pomposas propuestas, es lo que puede poner freno a tan corrosivo mal.
Es preciso ser serios de verdad. Hay que buscar, sin pasajeros protagonismos, superar la corrupción y que quienes han cometido hechos corruptos no solo hablen de remedios a ella sino que den muestras de sincero arrepentimiento y de verdadera enmienda. Que testimonios como los que mencionamos sean multiplicados. Todo esto sí es verdadero freno a ese corrosivo mal, más que aprobar o no consultas populares o leyes con propuestas no muy precisas. Urge una verdadera toma de conciencia nacional de la gravedad de ese mal y enmienda de pequeños o grandes detalles.
*Obispo Emérito de Garzón
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