En Colombia cada día suceden hechos que sorprenden al mundo. Los ojos del planeta están mirándonos con espanto. No otra cosa puede ocurrir con un país que a diario muestra sin sonrojo actuaciones insólitas.
Un puñado de desadaptados se apoderó de la tranquilidad de un estadio que mantenía cerrado el covid-19, desde hacía más de un año. La intemperancia de unas barras de delincuentes se desenfrenó sacando lo más ruin de sus instintos para modificar el resultado de un juego. La falta de autoridad, que hoy brilla en nuestro país, permitió calcar lo que desde abril viene aconteciendo.
Verdes y rojos se batieron, mientras los árbitros y las dirigencias observaban los desmanes. No hubo poder alguno que suspendiera el encuentro y evitara los destrozos y las lesiones que sufrían por igual espectadores, barristas y policías.
Muchos consideran que las mafias de las apuestas, apoderadas del fútbol, enardecen a los inadaptados que antes que goles quieren dinero, sin importarles lo que pueda ocurrir.
Hemos llegado a tal punto que para realizar un espectáculo de balón-pié, cada asistente debe ir acompañado de un policía. Los niños, las damas y los pacifistas, desaparecen de las graderías de los estadios. El fútbol, y el deporte en general, tienen desastrosos manejos. A James cualquier Zidane lo condenó a la banca buscando arruinarlo. A nuestra gran estrella Mariana Pajón la amenazaron, mientras que, en otras disciplinas como el fútbol femenino, le llueven los insultos por parte de dirigentes déspotas, negreros.
En el deporte hay podredumbre. En gran parte de las disciplinas han incursionado ciertos políticos expertos en corrupción, para aprovechar la fama de los campeones para fortalecer sus campañas. Y ojo que ya viene el 22.
Y ahí no para el desprestigio. Crece, “como crece la sombra cuando el sol declina”. La celebridad y gloria de prohombres como García Márquez, y dinastías como las de los López, Santos, Lleras y Gómez, se desdibuja sin piedad.
Exportamos sicarios para asesinar presidentes, desconocemos los tratados de paz, cometemos falsos positivos, somos campeones mundiales en materia de estupefacientes, designamos íntimos amigos para que vigilen nuestros actos, manejamos a nuestro antojo la justicia y con triquiñuelas la burlamos, destruimos los bosques para llenarlos de ganaderías, las “jugaditas” se aplican para deludir los derechos de los demás. La corrupción impera a todos los niveles y en todos los esquemas.
La lupa del mundo escudriña nuestro actuar, nos deshonra, nos sonroja y nos ruboriza. Pero muchos se sienten orgullosos de ser los “vivos” del planeta… de hacer lo que nos venga en gana, sin que nada nos suceda.
Son muchas actuaciones las que nos avergüenzan ante este mundo que nos vigila.
BLANCO: Las grandes utilidades de Ecopetrol. Que caigan en buenas manos.
NEGRO: Nadie entiende cómo Colombia, su país, pueda negar apoyo a la candidatura de María Angela Holguín para la Secretaría General Iberoamericana. La postularon España y otros países, mientras Colombia la desconoce.