VICENTE TORRIJOS R. | El Nuevo Siglo
Lunes, 3 de Octubre de 2011

 

Bicicletas, sartenes, balones y pan negro 
 
EL  País Vasco español padece una amenaza terrorista que, guardadas proporciones, tiene una lógica funcional muy semejante a la colombiana.
 
Para no ir muy lejos, allá hay una minoría radical que, tal como acá, le presta apoyo a su muy querida banda terrorista, una banda que ya no tanto en lo militar, sino más bien en lo político, pretende pasarse de lista, pero en medio de fenomenal frustración y torpeza.
 
Así que hace poco, cuando después de muchos años la vuelta ciclista a España volvió a pasar por Euskadi, porque Euskadi es territorio español, los simpatizantes de la banda montaron en cólera y ganas no les faltaron de haber puesto unos cuantos petardos a la vera del camino.
 
Más tarde, cuando los príncipes visitaron Euskadi para inaugurar la primera Facultad de Ciencias Gastronómicas del Reino, los mismos simpatizantes y milicianos se salieron de sus casillas porque no podían concebir que su sacrosanta cocina -ciertamente deliciosa-, quedara reflejada ante el mundo como parte de la cocina española.
 
Poco después, cuando la selección nacional de baloncesto se coronó campeona europea, los acólitos de la banda, es decir, su brazo político, empeñados como están en lograr a toda costa una negociación con el Estado, no podían creer que los jugadores, entre los que figuran vascos y catalanes, lanzaran ante el mundo el grito “¡Viva España!”.
 
Por último, esos mismos violentófilos -que anidan por igual en Euskadi y Cataluña-, se retorcieron en sus sillas cuando la Academia Española anunció que la película representante de la nación ante los Oscar era “Pa negre” (Pan Negro), la primera hablada completamente en Catalán, una lengua que, desde Hollywood, aparecerá ante el mundo como una más de las tantas que hacen parte de España.
 
En resumen, los aliados del terrorismo sienten que se les viene el mundo encima cuando constatan que están perdiendo la guerra en el plano de lo simbólico, de las ideas, de lo cultural, lo mediático y semiótico. Es el nuevo escenario del conflicto. Un escenario en el que también las Farc la tienen perdida.