Volmar Pérez Ortiz | El Nuevo Siglo
Viernes, 27 de Mayo de 2016

EL SECUESTRO DE LOS PERIODISTAS

El Catatumbo sin ley

EN una columna anterior sostuvimos que la desaparición de ‘’Megateo’’ en El Catatumbo podía abrir un escenario más propicio para la erradicación de los cultivos ilícitos en esta región del país y la realización de un Plan Integral de Desarrollo que involucre sus reservas en recursos naturales y mejore las condiciones de vida de sus habitantes.

 

Alias ‘’Megateo’’ se había convertido en el gran jefe del tráfico de narcóticos, con ramificaciones en otros países, y en el gran dispensador de favores a las comunidades más necesitadas. La consolidación de su poder logró ubicarlo por encima de los demás grupos armados ilegales que operan en esta zona geográfica con tentáculos en actividades de variado origen, que lo convirtió en el principal objetivo de los cuerpos de seguridad.

 

Hoy vemos que los cultivos ilícitos han tenido un incremento notable en El Catatumbo y, unido a ello, en su área de influencia ha aumentado el secuestro (ver los casos de Ramón Cabrales, Melissa Trillos, Salud Hernández y demás periodistas), lo mismo que el desplazamiento, las amenazas y la extorsión.

 

Ante la anunciada desmovilización de las Farc se prevé una especie de reacomodamiento de las demás organizaciones armadas ilegales que operan en la zona para copar esos territorios al punto de que, las estructuras ilegales que quedan, en ocasiones, actúan como fuerzas combinadas.

 

Al corazón del Catatumbo se sumergió la valiente periodista Salud Hernández, seguramente con el fin de presentar un diagnóstico de su compleja realidad, quien, de acuerdo con un primer informe periodístico publicado, estuvo en La Vega de San Antonio y, al parecer, se encontraba en El Tarra cuando desapareció; puntos neurálgicos de esta región. Esperamos que cuando salga esta columna ya haya regresado a la libertad, lo mismo que los demás periodistas de RCN.

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La novela de Vargas Llosa

La novela Cinco esquinas del premio Nobel Mario Vargas Llosa lleva el nombre de una célebre calle de Lima, ubicada en Barrios Altos. Continúa así Vargas Llosa con su inclinación de encontrar el nombre de sus trabajos literarios en sitios emblemáticos de la capital peruana, como ocurrió con Conversación en La Catedral.

 

Se trata de un relato apasionante que comienza con el encuentro de dos señoras amigas que, en una noche impensada para ambas, viven una situación erótica que se entrelaza con la manera como la dictadura de Fujimori ‘’utilizó el periodismo de escándalo como un arma política para desprestigiar y aniquilar moralmente a todos sus adversarios’’

 

Hay un párrafo en el relato, que se ubica en los últimos meses de la dictadura de Fujimori, en donde el laureado escritor afirma: ‘’Si los bandidos se salían con su gusto, pronto llegaría a la situación de Colombia donde los empresarios, ahuyentados por los terroristas, por lo visto se estaban trasladando en masa a Panamá y a Miami, para dirigir sus negocios desde allá’’. Esa afirmación, así esté contenida en una historia novelada, no es del todo cierta entre nosotros. Hacia Panamá lo que hubo fue un plan de expansión de algunos empresarios.