En muchos períodos de nuestras vidas atravesamos momentos de miedo, tristeza o asombro. Son las noches oscuras del alma, como llamaba San Juan de la Cruz a esas encrucijadas del alma.
Por la gracia divina, siempre podemos recordar que provenimos de la Luz, con mayúscula, la Ain Soph, la Luz eterna e ilimitada, desde la cual todo emana. Encarnar en estas dimensiones tercera y cuarta no ha sido asunto fácil. Que a partir del óvulo de mamá y el espermatozoide de papá estemos tú y yo aquí y ahora es un verdadero milagro, que se produjo en un instante luminoso, nuestro resplandor original. Entonces, si venimos de la Luz y somos luz, ¿por qué se nos olvida? ¿En qué momento perdemos la consciencia de conexión? Yo creo que es por una sola razón: se nos atraviesan los egos.
El ego, que ha sido una sombrilla fundamental para protegernos en la primera infancia y para que hagamos eficazmente nuestro proceso de individuación, terminó siendo un obstáculo en nuestras relaciones con nosotros mismos, los otros y el Todo, pues en sus múltiples manifestaciones nos hace la vida de cuadritos. Si en este momento sientes agobio, dolor, rabia, si desde hace rato experimentas esas emociones, te tengo una maravillosa noticia: tu esencia, la parte luminosa de tu alma, sigue intacta. La que está en crisis es la parte caída de tu alma, el ego. Y eso tiene solución.
Más allá de nuestras sombras está la luz pequeña que somos, reflejo de la Luz Mayor. Creo que no se trata de luchas contra nuestros egos, sino de integrarlos y trascenderlos. Así que te invito a agradecer por tus sombras, esas que te tienen o te han tenido en las tinieblas de la noche oscura. Cuando agradecemos, un rayo luminoso se empieza a abrir espacio entre la oscuridad. La espada del Arcángel Miguel no es para cortar las cabezas de los demonios, como lo hemos visto en muchas representaciones, desde la Edad Media hasta nuestros días. No, esa espada está hecha de los sagrados nombres de Dios, y por sí sola disipa las tinieblas, sin pelea.
Basta ya de seguir en la batalla, de ser guerreros, luchadoras. Con la guerra seguimos, así no queramos, en las vibraciones del ego, en las sombras de la separación. Sí, estamos acostumbrados al lenguaje de la lucha, pero tenemos otra opción para conectarnos con la Luz Mayor, la Fuente Suprema. Sí, somos pequeños en comparación con los multiversos, pero grandes en nuestro potencial de consciencia. Te invito a reconocer las sombras de tu ego, no para pelear sino para avanzar y sanar, al conectar con la luz que eres. Yo te acompaño, desde la luz que soy.
@eduarvarmont