Las últimas encuestas coinciden en que a la segunda vuelta presidencial irían Duque y Petro. Es muy difícil, aunque no imposible, que en una semana otro candidato logre repuntar lo suficiente para pasar a la segunda vuelta. Lo cierto es que “ad portas” del final de la campaña el país sigue entrampado en una polarización no solo inconducente sino también paradójica. No es sino caer en la cuenta de que al mismo tiempo en que se avanzó en la pacificación con las Auc y las Farc, buena parte de la clase política facilitó la fractura del régimen político entre dos proyectos, percibidos como alternativos, pero mutuamente excluyentes. El punto a destacar es que hoy día los dos candidatos con mayor posibilidad de llegar a la presidencia, representativos de dichos proyectos, no tienen en su perfil y/o en su entorno partidista los rasgos necesarios para superar esa polarización y salir del entrampamiento en que se encuentra el país.
Duque porque pese a su corta pero limpia trayectoria y a su buen tacto para asumir posturas sin agredir, a lo que se suman los buenos propósitos plasmados en sus propuestas, no tiene margen de maniobra propio para ejercer la presidencia sin la nociva influencia de quien ha llamado “el presidente eterno” y con quien ha soñado cogobernar, teniéndolo en la presidencia del congreso desde donde irradiará constante discordia debido a su libido de poder y a su inocultable deseo de “sacarse el clavo” por la “traición de Santos que le entregó el país a las Farc”.
Petro porque pese a que cumplió su compromiso de entregar las armas para ejercer la política y desempeñó muy bien su función de control político desde el Congreso, su ejercicio como ejecutivo de la capital lo desdibujó ostensiblemente pues mostró una marcada propensión a la confrontación cuando no logra consensos, su tendencia a prometer mucho más de lo que puede hacer y a evadir responsabilidad por sus errores atribuyéndosela a otros factores o personas. En otros términos, por su inclinación al populismo autoritario de izquierda, lo cual es de pronóstico reservado si llegara a la presidencia.
Ahora bien, por su pasado y presente y también por sus propuestas, Fajardo, Vargas y De la Calle, tienen perfiles menos inadecuados para liderar la superación de la polarización, pero o incurrieron en irremediables errores durante la campaña o no fueron suficientemente creíbles para buena parte de la opinión, tal y como se refleja en las encuestas. Sin embargo, aunque muy difícil no es imposible que uno de los dos, Vargas o Fajardo, repunte y pase a segunda vuelta desplazando a Petro.
Pero tampoco es imposible que ocurran eventos sorpresivos ante los cuales los anteriores candidatos reaccionen equívocamente y el repunte se de en el “voto en blanco”, que de imponerse obligaría a que se repitiera la primera vuelta con otros candidatos. Con unos que den la talla para liderar la salida del entrampamiento en que nos encontramos.