Ambientar en familia y entre amigos el amor patrio, hablar de la Patria como madre que reclama aporte de sus buenos hijos, es algo indispensable para sacar adelante una Nación. Pero, momento concreto de mostrar real respuesta a esos empeños, es votar en las elecciones.
Habrá, siempre, fallas e incumplimientos de los elegidos, pero no votar es dejar de par en par abiertas las puertas a los que piensa en manera distinta a la nuestra. Votar es abrir paso al menos a un cincuenta por ciento de nuestros ideales. Los malos gobiernos los eligen los abúlicos abstencionistas, que, ante las fallas de los elegidos, no tienen derecho a abrir la boca.
Efectiva reacción ante la corrupción está en la elección de los más honestos, que impongan ese clima en los Gobiernos, que, con ideas claras, busquen de verdad el bien común, y no sus intereses personales familiares o de cerrados círculos políticos.
Todos los aspectos generales reclaman sería reflexión y medidas apropiadas, desde la economía en general, las líneas educativas del País, el debido cultivo agrícola, la salud pública con atención a todos, el deporte no solo en cuanto a competencias sino estimulando su práctica como contribución al bien general.
Personas con verdadera inquietud por esos temas, y otros más, son las que deben llegar por medio del voto de los verdaderamente buenos ciudadanos a cargos públicos, o al Congreso, a las Asambleas a Concejos Municipales o Cabildos, a trazar con sentido cívico, el bien de pueblos y Naciones.
En el trasfondo, de todo este panorama, están los principios que animan un País, que, en el caso colombiano, es un “hecho” afortunado que sean los cristianos, con aprecio a otras corrientes religiosas que abocan bases similares. Pero esos principios reclaman aspectos prácticos como la defensa de la vida con uno No rotundo al más cobarde de los crímenes como es el aborto, y al “suicido asistido”, llamado con eufemismo “eutanasia”, y la tendencia de profanar la sagrada institución familiar, dándole similar categoría a convivencias antinaturales de personas del mismo sexo. Pero si estos últimos reclamos no gustan, y se quisiera más bien su aplicación, pues voten a su favor según su pensar, pero aténganse a sus deletéreas consecuencias.
Qué bien pensar lo mejor para la Patria, que se elijan gobernantes y legisladores que lo propicien. Pues, entonces, en concreto, es indispensable votar, sabiendo que no hacerlo es traicionar los principios y dejar que los demás decidan por uno.
Como contribución al bien general de las familias y de todo un país es preciso votar por los mejores y no por cacareadas promesas sino concretas soluciones, dándole generoso cumplimiento al sagrado derecho del voto.
Entonces, comenzando con las regiones reencuadernaremos a Colombia, respondiendo al llamado de conciencia que: “votar es indispensable aporte nacional”.
*Obispo Emérito de Garzón
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