El resultado de las elecciones para el Congreso y de las consultas para escogencia de candidato a la presidencia por coaliciones dejó entrever varias cifras sobre el comportamiento de los colombianos en su ejercicio al voto y entre ellas la participación, la capacidad de endoso de los líderes -personas o partidos- y el voto de opinión.
Para empezar, se acercaron a las urnas -para la elección del Senado de la República- cerca de diez y siete millones de votantes, lo cual no llega ni a la mitad de las personas habilitadas, pues se trata de un 45,15% del potencial. Hay el mérito, sin embargo, que votos nulos sólo fueron el 4%, aunque estos suman más de setecientos mil votos, el equivalente a la elección de siete senadores. A estos hay que sumar casi el 3% de votos no marcados, que suman otros quinientos mil votos. De otra parte, más de un millón cincuenta mil personas votaron en blanco. Para el caso de las consultas, siendo más opcionales y previas a las presidenciales, votaron el 30% de las personas que tenían facultad para hacerlo.
Si se mira la capacidad de endoso, más atribuida a las maquinarias o a la disciplina de partido, es decir a la virtud que tienen las cabezas para convencer a sus seguidores de por quién votar, como fórmulas que los acompañan, parece ser cada vez más difícil y, por el contrario, le gana injerencia el voto de opinión.
El endoso en política requiere de un esfuerzo y un emparejamiento supremo, de un acompañamiento muy visible y constante, con una adhesión muy clara en las pautas publicitarias y en los mismos programas.
Aunque es un contrasentido clasificar el sufragio con la etiqueta de voto de opinión, pues todo voto lleva consigo una posición atada a una consideración personal, es notorio que el voto preferente, sujeto a un partido y un número, distinto a votar por la lista cerrada que cobija un logo de un partido, destiñe la cohesión de los partidos, pues el votante puede marcar candidatos de distintas vertientes.
Para las consultas de candidatos a la presidencia, que son interpartidistas, o sea que se combinan colores y tendencias, el llamado voto de opinión obtuvo relevancia. Aquí se piensa en estrategias, en las preferencias que va adquiriendo la sociedad y muchas veces lo acompaña el voto útil, que se refiere a votar por quien está cogiendo más fuerza, pues pareciera que el votante gusta ganar y sentir que su voto “no se pierde”, mientras les sea aceptable la posición, y tener la seguridad de votar por un triunfador. Los electores, en ese último momento, entre parecidos, se van corriendo en masa hacia una de las preferencias.
Ya las coaliciones en firme se empezarán a consolidar en busca del voto de opinión, de las posiciones personales, con el propósito de impulsar una fuerte participación motivada en la disyuntiva de las próximas elecciones, donde muchos quieren contrarrestar los vientos de izquierda, razón para dar más importancia a posibles acuerdos, que superen distancias y polarización, de otra índole, del pasado reciente.
*Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI
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