Hace ocho días terminé esta columna hablando sobre las cifras de la votación en blanco, haciendo ver que Uribe tuvo la primera votación y Mockus la tercera, porque la segunda fue el “Voto en Blanco” con 835,445. Y si le sumáramos los no marcados (representan casi lo mismo) tenemos 1,706,889.
El principal mensaje de esa alta cifra del “Voto en Blanco” es el de que hay una inconformidad creciente, no con el régimen democrático, sino con buena parte de los políticos de profesión que con su hipocresía disfrazada de “corrección política”, y su no siempre abierta, sino con frecuencia “sofisticada” corrupción, no irradian ni credibilidad ni confianza para ser merecedores del voto que les habilita para ejercer una porción del poder político.
Ahora bien, durante la semana anterior fueron publicadas sendas encuestas sobre intención de voto para las elecciones presidenciales, que reflejan las siguientes tendencias influenciadas por los resultados de las consultas: Duque- creciendo más- y Petro- creciendo menos- irían a segunda vuelta, Vargas aparece estancado, Fajardo perdió impulso, las demás candidaturas, incluyendo la de De la Calle, se muestran rezagadas. Y el “Voto en Blanco” oscila entre el 3º y 4º lugar (en enero llegó a estar de 1º con un 30%, según Yanhass).
Como era de esperarse lo anterior desató gestiones de diferentes campañas para “acordar alianzas”, priorizando la búsqueda del favor de los partidos Conservador, de “la U” y MIRA; la última fue el tinto que acordaron tomarse De la Calle y Fajardo. Todo con la esperanza- ¿la ilusión? - de que los potenciales votantes de uno u otro lado sigan a sus “líderes” en cualquiera que sea la negociación que hagan, o que sigan sin chistar a los operadores electorales que ya lubricaron las maquinarias en las elecciones de Congreso.
Pero la realidad es tozuda. No es sino leer algo de la última columna de Francisco Gutiérrez en El Espectador: “…Toda la evidencia -los sondeos electorales, las consultas que vivimos recientemente, votaciones presidenciales en los últimos tres lustros, encuestas sobre preferencias políticas- muestra que la probabilidad de que algún candidato derrote a Iván Duque es muy, muy bajita, a menos de que se alíen De la Calle, Petro y Fajardo. Si se unen dos de ellos, las cosas en realidad no mejoran mucho. Solamente los tres juntos pueden construir una opción realmente competitiva, e incluso entonces tendrían que pedalear durísimo y contar con algo de suerte para poder ganar. Pueden meterle toda la fantasía y las ganas que quieran a esto: no va a cambiar”.
Pero ¿Petro trabajando en equipo? Así las cosas, es casi inminente la prolongación del “frente de trifulca nacional (2002-18)” en el que hemos estado inmersos. A no ser que promovamos el “Voto en Blanco” para que no haya segunda vuelta en junio, sino que se repita la primera con diferentes candidatos. Con unos que den la talla para lo que necesitamos: la Concordia Nacional.
@CarlosAlfonsoVR