Hablar de consciencia ampliada no es algo abstracto. Tenerla implica ejercerla, en la cotidianidad, en el oficio. Diana Díaz nos muestra con su ejemplo que la transparencia no se negocia.
Siempre hay algún nivel de consciencia: está presente en nosotros pues es parte del proceso vital. El poder, esa condición temporal en la que tomamos decisiones que afectan a muchos, miles, millones, nos puede agarrar mal parados si nuestra consciencia es limitada, si a pesar de los títulos y los cargos somos pequeños. Y si el poder es en la esfera pública, es factible creer que aquello que es de todos nos pertenece a unos pocos y que podemos hacer con ello lo que queramos.
Se nos suele olvidar que los bienes del Estado son de todos y que los servidores públicos son precisamente eso, servidores. Diana Díaz, compañera de pupitre en la Facultad de Comunicación y Lenguaje de la Pontificia Universidad Javeriana, amiga a quien admiro, tiene esa consciencia de servir a los intereses superiores -de lo público, de lo que nos pertenece a todos- y no al beneficio individual de turno. Justamente por ello, por defender el derecho que todos tenemos a la información, más aún en un canal público de televisión, Diana está siendo intimidada mediante una absurda denuncia penal.
Lo manifestó el exmagistrado José Gregorio Hernández el miércoles pasado en este mismo diario: “La comisión de una conducta ilícita, delictiva, corrupta o indebida, o el plan para incurrir en ella, no pueden ser actos amparados por la reserva. Deben ser revelados, denunciados, investigados y sancionados”. Diana está siendo perseguida por denunciar la censura al programa Los puros criollos, suscitada por una intervención de su presentador en La Pulla, de El Espectador, en la cual hacía una crítica al gobierno nacional. Diana, desde su consciencia ampliada y su compromiso con lo que nos pertenece a todos, hizo lo correcto: denunció la censura del entonces gerente de RTVC, Juan Pablo Bieri, en hechos ya conocidos: vetar a Santiago Rivas, retransmitir el programa en horarios de baja o mínima audiencia y retrasar los planes de emisión de la quinta temporada, que finalmente se empezó a transmitir en enero del año pasado, como consecuencia del escándalo.
La censura en Colombia está expresamente prohibida en el artículo 20 de la Constitución colombiana. Diana, entonces, ha hecho respetar la carta magna, ha sido leal con las audiencias y ha actuado desde la ética que caracteriza su trayectoria profesional como directora, productora, profesora universitaria y ciudadana. Como una persona con consciencia ampliada. A través del numeral #YoApoyoADianaDíaz miles de ciudadanos seguimos respaldando a Diana, con la gratitud y la admiración por quien respeta lo público. Hace lo correcto y nos respeta.