El museo del Louvre de París escogió explorar la desconocida Antigüedad de África, narrando la historia de la reconquista de Egipto por los reyes de Napata a través de la exhibición de estatuas monumentales de granito, abundantes jeroglíficos y escrituras en muros.
Esta exposición aborda cómo en el siglo VIII antes de Cristo, después de la dinastía de Ramsés, los reyes kushitas, originarios de una zona del norte de Sudán, reconquistaron el valle del Nilo y unificaron “las dos tierras”, Egipto y su reino del sur, que estaba impregnado del arte, la ideología y la religión faraónicos.
En un recorrido cronológico, la muestra expone estatuas de granito que representan al dios Amón con la forma de un carnero protegiendo a Amenofis III, esfinges y diosas, amuletos y objetos de bronce que provienen de la colección del Louvre y de otros grandes museos del mundo.
Muchos de los objetos expuestos proceden de excavaciones realizadas en los últimos años que ofrecen un contraste entre esta cultura y el oro y la opulencia asociada con los faraones.
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La exposición cuenta cómo en el año 720 a.C. el primer rey Pianjy parte de Napata para conquistar Egipto.
Sus sucesores fundaron la 25º dinastía uniendo las tierras de Egipto y el reino kushita, que se mantuvo hasta el año 655 a.C. gobernando en un inmenso territorio, que abarcó desde el Delta del Nilo hasta la confluencia del Nilo Blanco con el Nilo Azul.
La exposición, bautizada como “Faraón de las dos tierras”, se centra en la figura del monarca más conocido de esta estirpe, Taharqo, que está citado en la Biblia, y termina con la derrota de esta dinastía contra los asirios.
Uno de los aspectos originales de esta exposición, que se abrió este miércoles y que se extenderá hasta el 25 de julio, es la reconstrucción imaginaria de las estatuas que representan a los cinco faraones de esta dinastía, cuyos restos fueron descubiertos en una fosa en 2003 y fueron recreados gracias a las hipótesis de los arqueólogos.