Ballet en medio de la zambra | El Nuevo Siglo
Viernes, 29 de Junio de 2012

Por Emilio Sanmiguel

Especial para El Nuevo Siglo                                     

 

Lo que está viviendo el país con el escándalo de la reforma a la justicia es una verdadera zambra que protagoniza toda la clase dirigente del país, donde todos han bailando a su aire, con danzas y contradanzas. El jueves todos, muy contritos y con caritas de yo-no fui hicieron de la juerga un ordenado minué y sin asomo de pudor hundieron el barco que con tanto cuidado construyeron a los largo de dos años.

Como en un minué cortesano, de esos que se bailaban en la corte de los luises, pero nadie cree en la sinceridad de sus falsas coreografías, porque de un momento a otro, a se sabe, cambia el ritmo de la música y todos van a regresar al jolgorio.

Pero Dios aprieta, pero no ahoga, por una paradoja siempre queda como tabla de salvación el arte, en este caso por cuenta de las dos presentaciones que hará, hoy y mañana el Ballet del Uruguay en el Teatro Mayor.

Dos presentaciones que representan en realidad el debut de la compañía uruguaya en Bogotá. Un debut que naturalmente despierta las más altas expectativas por el nombre de su director, el gran bailarín argentino Julio Bocca, por cierto bastante familiar para el público de Bogotá por obra y gracia del Teatro Nacional, que lo presentó por primera vez en Colombia cuando se encontraba en el apogeo de su deslumbrante carrera internacional que tenía por epicentro en ese momento al American Ballet Theatre de Nueva York. Difícil olvidar la noche de su debut con su primera aparición en el Teatro Colón en el gran Pas de Deux de  La bella durmiente de Tchaikovsky en la inmortal coreografía de Marius Petipa.

Como la carrera de los bailarines es cruelmente corta en contradicción con su sorprendente estado físico y su vitalidad, Bocca ha seguido el camino que tradicionalmente han tomado sus colegas desde los tiempos lejanísimos de Domenico di Piacenza: la coreografía y la transmisión de su arte a través de la enseñanza.

En obvio que él tiene mucho qué decir, tanto en la recreación de los clásicos como en la creación de nuevos ballets, y eso es justamente lo que verá el público de Bogotá en los dos programas. Esta noche, por ejemplo, la gran tradición estará representada en la interpretación de una de las joyas del arte coreográfico del estilo ruso-imperial, el Pas de Deux de El Corsario, marcación original de Marius Petipa en la revisión de Bocca, y la innovación con su propia coreografía Tango y candombe.

Mañana, sábado, ocurrirá lo propio, porque el público tendrá la oportunidad de contemplar el Grand Pas de Deux del Cisne negro de El lago de los cisnes, joya absoluta del arte coreográfico de todos los tiempos, también de Petipa, con la música de Tchaikovski, que reserva al público la adrenalina de su coda, cuando la bailarina debe ejecutar los 32 Fouetées que impuso Pierina Legnani desde la noche de su estreno en el Teatro Mariínski de San Petersburgo.

Muy prolijo detallar el programa completo. Baste registrar cómo la noche de mañana el programa incluye un clásico del siglo XX, Leaves are fading en la coreografía de Anthony Tudor de 1975.

Y bueno, para cerrar el círculo, cuánto más le convendría al país que los sinvergüenzas del episodio de la justicia mejor dedicasen algo de sus evidentes energías e iniciativas a empresas más altruistas, como la creación de una compañía nacional de ballet y de danza, como esta del Uruguay que debuta mañana en Bogotá.

Pero quizá sea esperar demasiado de esa turba: si por lo menos un 1% de lo que despilfarra el Estado se hubiese dedicado a fines menos mezquinos, ya Colombia tendría una compañía de ballet y de danza, que no es un capricho suntuario sino una fuente de trabajo, y Bogotá un Centro de las Artes…

Pero sería esperar demasiado. Al fin y al cabo lo que Colombia necesita con urgencia es un cursillo de ética para su clase política, y luego un ligero barniz de cultura general para los congresistas: apenas un ligero barniz, porque esperar que lean una novela o una poesía, o se tomen el trabajo de oír una sinfonía es poco menos que imposible.

¡Ah!, y algo de historia para que se enteren de que todo lo que pasa se puede evitar aprendiendo de la experiencia de otros…