Colombia es un país marcado por muchas ausencias: Jorge Franco | El Nuevo Siglo
Franco habló con EL NUEVO SIGLO sobre su más reciente novela.
Penguin Random House
Domingo, 20 de Agosto de 2023
Redacción Cultura

El escritor Jorge Franco se dio a conocer internacionalmente con Rosario Tijeras, novela con la que resultó ganador del Premio Dashiell Hammett en el 2000.

También ha sido galardonado con el Premio Alfaguara 2014 por su novela El mundo de afuera, una historia entretenida que el mismo Franco ha señalado como una nostalgia de su niñez y de la Medellín en la que vivió hace muchos años.

Ahora se alista para presentar su más reciente obra, El vació en el que flotas, una novela en la que el autor no abandona los temas descarnados de la realidad colombiana que lo caracterizan, pero en la que también explora terrenos más lúdicos y literarios.

En entrevista con EL NUEVO SIGLO, Jorge Franco habló de la creación de tres historias que se van entrecruzando, emergiendo unas de otras, para provocar una lectura lúdica e intrigante.

EL NUEVO SIGLO: ¿Cuáles son esas ausencias de las que trata su novela?

JORGE FRANCO: Esta es una sola historia partida en distintos tiempos, en la que trato de enfrentar el tema del vacío que dejan las ausencias en diferentes frentes. Hay ausencias marcadas por la violencia, pero también por el desconocimiento de una historia propia o de un pasado. El libro trata también de las ausencias marcadas por la discriminación, por el abuso, la pobreza o por la culpa. Creo que en algún momento de la vida casi todos hemos pasado por un tipo de ausencias, considero que Colombia es un país igualmente marcado por muchas ausencias.

ENS: ¿Por qué narrar tres historias con un mismo personaje y qué tiene que ver con las ausencias a las que tanto se refiere?

JF: Quise narrar esta historia en tres momentos distintos a través de cuatro personajes principales y que al mismo tiempo están relacionados entre sí, entonces en cada página le voy soltando al lector las piezas del rompecabezas, para que a través de la lectura pueda armarlas y al final queda completa la historia. La novela tiene un ingrediente adicional y es una especie de ficción, es decir, más allá de la historia que estoy contando hay una propuesta narrativa en la forma como la cuento. En algún momento me parecía que se igualaba mucho al juego de muñecas de diferentes tamaños. Aquí hay un escritor que cuenta una historia de un escritor que también está contando otra historia de un escritor.

ENS: ¿Se planteó este libro por alguna causa específica o ausencia en su vida?

JF:  Realmente este libro nació a través de la observación, de lo que ha pasado en el país, de lo que uno ve el entorno, de lo que se percibe. Digamos que en algún momento he tenido como esos vacíos por la muerte de un ser querido o por una frustración personal, pero en este caso es como una exploración que construí para cada personaje, es decir, suponiendo, indagando e investigando cómo podría ser la vida de esos personajes, cómo van a ser esos sentimientos producto de esos vacíos.

ENS: ¿Cuál es la raíz de esta narrativa en la que se plantea un juego de ficciones?

JF: El origen de la historia fue cuando asistí, en el 2018,  a la demolición del edificio Mónaco de Pablo Escobar, en Medellín. Aunque la historia del libro no tiene nada que ver con este episodio, esa demolición significó algo, fue un significado muy grande en la historia de esa ciudad, ese derrumbe marcaba el fin de una era y representó una alerta en el cambio del discurso, porque en los últimos años había una tendencia de relatividad criminal y ese edificio se había convertido como un punto de visita. Entonces, con esa implosión del edificio entendí que hay que contar la historia de las víctimas cotidianas, aquellas que muchas veces no pueden detenerse a llorar, no pueden vivir su dolor porque deben seguir pedaleándole a la vida.

ELN: Usted ha sido ganador de importantes premios como Alfaguara y el Dashiell Hammett, ¿qué valoración les da a estos reconocimientos?



JF: Creo que los premios son importantes en diferentes medidas, por ejemplo, en mi caso me han dado confianza para seguir adelante. Este es un oficio que se hace en solitario, en el que hay mucha incertidumbre porque pasas años escribiendo, pero el momento de la verdad es cuando el libro se encuentra con el lector y realmente no sabes qué va a pasar; muchas veces esos premios son un espaldarazo, es como decir que lo estás haciendo bien. Recuerdo cuando fui a unos talleres literarios con el escritor Manuel Mejía Vallejo y él decía que los premios significan mucho, pero al mismo tiempo no significan nada; en ese momento no entendía muy bien esa frase, pero una vez que los gané, lo comprendí: los premios no son garantía de que la próxima obra vaya a tener igual éxito o que va a ser igualmente aceptada. En cada obra tienes que empezar casi de cero y jugártela toda como si fuera tu primer trabajo.

ENS: Hemos visto que en sus novelas hay cierto tinte de novela negra, por ejemplo en "Rosario Tijeras", ¿se identifica usted con este género?

JF: Realmente no mucho. En el caso de esa novela creo que caí en el género por accidente, nunca pretendí hacer una novela negra, básicamente quise hacer una historia de amor, romántica, que se desarrolla en el mundo turbio del narcotráfico, y creo que les pasa mucho a otros escritores latinoamericanos, pero es porque estamos contando la realidad, nuestra realidad marcada por la violencia, por el crimen y donde estos crímenes muchas veces quedan en la impunidad. Creo que accidentalmente caemos en ese género.

ENS: Así como los suyos, se han publicado muchos libros relatando la violencia en el país. ¿Ha servido de algo? ¿Cómo han influido esos relatos en el lector?

JF: En lo personal mi intención nunca ha sido transformar la sociedad, ni transformar historias, ni la literatura. Mi compromiso literario es tratar de escribir bien una historia y que esta pueda atrapar al lector, pero también hay que entender que todo el libro genera efectos secundarios y eso fue parte de la sorpresa y el asombro que yo recibí sobre todo cuando publiqué Rosario Tijeras, en el que sí hubo una mirada un poquito más atenta hacia el papel de las mujeres jóvenes dentro del narcotráfico.

ENS: ¿Cuál cree usted que sea la historia que le falta por contar?

JF: Algún día me gustaría escribir sobre ciencia ficción, porque siento que es una visión de la humanidad en un futuro que no vamos a alcanzar a ver o ser testigos de ella, entonces me parece maravilloso poder imaginarla. Yo admiro mucho a todas esas personas que la cuentan y la llevan al cine, porque son capaces de imaginar un futuro del cual no estaremos.