Pese a una excelente cosecha de premios en la última edición de Cannes, serán escasos los directores latinoamericanos presentes en primera línea del festival que arranca este martes, pero la región puede depositar sus esperanzas en coproducciones y cortos en la máxima competición.
El paso colombiano
Aunque la presencia colombiana es mínima en esta edición del prestigioso festival Colombia ha construido un importante camino en su paso por la historia del evento cinematográfico francés, aunque no directamente en competencia.
El ejemplo más reciente es con la película El olvido que seremos, el proyecto de Caracol Televisión y Dago Producciones, dirigida por el español Fernando Trueba, la cual fue elegida para ser parte de la selección oficial de Cannes, el año pasado. Esta participación fue un importante logro para el país, ya que desde hace más de 20 años no sucedía en el festival.
La edición del 2019 el país no tuvo una competencia directa con las películas en liza del festival, sino que llegó al evento a participar de otras formas. Ese año Colombia estuvo representada por la multipremiada cinta Litigante, de Franco Lolli, la cual fue la película inaugural. Además en esa edición el famoso director colombiano Ciro Guerra hizo parte del equipo del jurado.
Para el 2018 Ciro Guerra también participó en Cannes, junto a Cristina Gallego con Pájaros de verano, la cual se estrenó en el festival y fue precisamente la cinta inaugural de esa edición.
Otras participaciones han sido protagonizadas por la directora y guionista Natalia Santa, quien compitió con su película La defensa del dragón, convirtiéndose en la primera mujer colombiana en aspirar a la Palma de Oro, en el 2017; también en el 2015 Ciro Guerra volvió a poner el nombre del país en alto en el evento con El abrazo de la serpiente. Ese mismo año también estuvieron en competencia Alias María, de José Luis Rugeles y La tierra y la sombra, de César Augusto Acevedo.
La fuerza latinoamericana
Ninguna película dirigida por un latinoamericano aspirará a la Palma de Oro, pero México tiene tres coproducciones en liza de una misma productora, Piano: Annette, con Marion Cotillard y Adam Driver; Bergman Island, con Tim Roth; y Memoria, protagonizada por Tilda Swinton y rodada en Colombia.
“Nunca antes una productora mexicana había tenido tres películas en competencia en Cannes en un mismo año!!!”, se felicitó en Twitter el cofundador de Piano, Julio Chavezmontes.
México no está solo. Memoria, del tailandés Apichatpong Weerasethakul, ganador de la Palma de Oro en 2010 con Uncle Boonmee recuerda sus vidas pasadas, también cuenta con coproducción colombiana.
Brasil, por su parte, podría triunfar en los cortometrajes con dos filmes en liza: Sideral, de Carlos Segundo; y Cielo de agosto, de Jasmin Tenucci.
“Lo que nos falta este año es un mascarón de proa latinoamericano”, comenta a la AFP David del Río, director del sitio web especializado Ibercine.
Ausencia de grandes nombres
¿Hay que buscar motivos o es solo circunstancial? Primeramente, el impacto de la pandemia todavía debe ser medido. “Seguramente los directores en América Latina han tenido que ser más audaces a la hora de producir que en otras regiones como Europa pero hay proyectos que salieron adelante”, como La Civil, un filme rodado en México y que compite en la sección Una Cierta Mirada, según Del Río.
Además, la presencia latinoamericana en las secciones paralelas, donde se descubren los jóvenes talentos, no es en absoluto desdeñable. “Si no estuviéramos ahí, sería preocupante de cara al futuro”, añade.
Así en la Quincena de Realizadores, están presentes Brasil, Uruguay y Costa Rica y sumando los cortometrajes, la representación regional es más amplia que en la última edición de 2019, afirma a la AFP Diego Lerer, su delegado general para América Latina.
Pero Lerer coincide con Del Río en que este año “faltan ciertos nombres más o menos grandes”, cosa que puede explicarse en parte por el hecho de que el festival es “más local”, con mucho cine francés, debido a las restricciones para viajar de la pandemia.
México en dificultades
Cannes suele además invitar a estrellas regionales al margen del festival, especialmente de México, como Alejandro González Iñárritu, Guillermo del Toro, Alfonso Cuarón... pero por ejemplo los dos primeros “están ahora rodando”, explica por su parte el crítico mexicano Leonardo García-Tsao.
Este se felicita de las coproducciones mexicanas en competición, pero recuerda la crisis en la que se está adentrando el cine de su país tras la cancelación de la mayoría de ayudas públicas al sector, lo que puede comprometer su presencia en grandes festivales.
“Vamos a ver una reducción de las producciones muy pronto”, augura respecto a su país, que en 2017 se situaba entre los 20 mayores productores de cine del mundo, gracias sobre todo al apoyo de los fondos públicos.
El premio, ¿de quién?
Así, para la región será casi imposible repetir la hazaña de la edición de 2019, cuando la película brasileña Bacurau se llevó el Premio del Jurado 'ex aequo' con Los Miserables; el director guatemalteco César Díaz, el de la mejor ópera prima; y el chileno Patricio Guzmán, el Ojo de Oro al mejor documental 'ex aequo'.
¿Podrían compensar las coproducciones? “Depende”, afirma Lerer. “Hay coproducciones técnicas, en las que un país pone dinero y no participa en los contenidos”. Pero otras lo son menos, como Memoria, una película “muy colombiana”, afirma.
La cuestión, según Del Río, es la siguiente: si la cinta de Apichatpong Weerasethakul gana la Palma de Oro, “¿será un premio nuestro?”.
Memoria está ambientada en los años 1970-1980, marcados por la lucha entre las Farc y los grupos paramilitares de ultraderecha. “Pero no será una película política, más bien la mirada de un extranjero”, afirmó el director al comienzo de las grabaciones de la cinta.