Helbert Ortiz celebra 40 años de carrera con exposición "variaciones pendulares” | El Nuevo Siglo
La obra del maestro colombiano estará disponible del 5 al 15 de septiembre. / Galería Baobab
Sábado, 31 de Agosto de 2024
Redacción Cultura

El maestro impresionista Helbert Ortiz celebrará 40 años de carrera artística con la exposición "Variaciones pendulares: De Nemichi a las formas del silencio", una cautivadora muestra del destacado artista colombiano, en la Galería Baobab del 5 al 25 de septiembre.

Ortiz, reconocido en Colombia y el exterior por su trabajo evidentemente influenciado por el impresionismo, se ha destacado a lo largo de su carrera por su participación en la Bienal Internacional de Arte Contemporáneo de Florencia, Italia, así como el Museo de las Américas, sede de la OEA en Washington D.C., y en galerías y museos de República Dominicana, México y Panamá, entre otros. Así, hace parte de colecciones privadas en países como Colombia, Estados Unidos y Francia.

Son 20 cuadros de gran formato los que conforman la muestra artística, que tendrá como temática recurrente del impresionismo al realismo.

Nemichi es un santuario sintoísta que se sitúa en las afueras de Seki (Japón). Su belleza extraordinaria cautiva al ser un remanso de paz y tranquilidad y morada de gran cantidad y variedad de multicolores peces koi (un tipo de carpa japonesa).

El diseño natural del estanque es la más notoria característica, además de los tintes y colores impresionistas, muy parecidos a los que dieron vida a las grandes obras de Monet en su casa de Giverny.

"Una cosa lleva a la otra. Hace ya algunos años, cuando descubrí, para mi fortuna personal, esta maravilla natural ubicada al otro lado del mundo, fue inmediatamente fuente de inspiración y de pretexto para crear una larga serie de pinturas y trabajos que han conducido, con elementos propios y con la coincidencia de la misma búsqueda incesante, permanente de otros muchos artistas como lo fueron los impresionistas, a un lenguaje que expresara y tradujese la armonía estructural y espiritual de esta hermosa fuente de inspiración”, afirmó Helbert Ortiz.

“Las formas acuosas, el serpenteo lento y cadencioso de las imágenes reales, su delicada fragilidad, son irresistibles sugerencias para llevar algo de toda esta belleza, de otra manera y por otras vías al lienzo. Pero siempre con la sensación, la intuición y la certeza de que esa hermosa delicadeza contiene el infinito insondable, inexplicable, de la verdadera belleza”, añadió el artista colombiano.

A su vez, otra serie de pinturas surgieron, aparentemente muy diferentes y engañosamente opuestas, pero con la misma raíz y nervio nutricio. El rostro de una mujer como referencia formal, de colores fuertes, en fondos serenos, que aluden, casi que arquetípicamente, a la misma esencia, con la igual intensidad y mantenida exploración estética de los abigarrados nemichis.

Una oscilación temática, aunada a un continuo toque de puerta entre dos caminos alimentados por las mismas inquietudes creativas.

Sin que parezca evidente a primera vista, hay un hilo que conecta las dos series, aunque haya rasgos formales y técnicos que delaten este vínculo: la densidad y la policromía, las estridencias lumínicas, con su entremezcla de elementos y de figuras aladas, criaturas acuáticas, sugerencias de vegetación exuberante, un colorido apoyado en el empaste y en las texturas que deja la técnica de la espátula, solapadas formas orgánicas que asoman por toda la obra. La profusión.

Las epifanías que pueden interpretarse en cada rostro de las "Formas del silencio", en sus expresiones faciales y en los efectos de la luz pueden ser también observados en la espesa superficie matérica de los nemichis.

"Mi trabajo es un viaje personal. Uno va llevando lo que recuerda del lugar en el que estuvo: estilos, influencias, gustos, sabores y lo va dejando, poco a poco, en las obras que van saliendo”, puntualiza el artista.

Al respecto, Álvaro José Díaz, director de la galería, manifestó: “Para la galería Baobab es muy importante el trabajo de Helbert Ortiz, tanto en la pintura como en la escultura, por su belleza, por ser una obra estructurada.  Igualmente, por el perfeccionismo en su trabajo y la calidad del mismo, al ser obras realizadas con espátula y al óleo, con unas capas densas que logran un acabado matérico e impecable que transporta al que lo aprecia a otra época”.