Por: Eduardo Najar
Enviado Especial El Nuevo Siglo
DESDE QUE se llega a Leticia, Amazonas, un calor abrasador recibe al turista y siente en el ambiente un aire nuevo, de aventura, cultura y aprendizaje. Su gente es amable, paciente y por sobre todo educadora, pues muchos creen que a este destino casi nadie llega y la ciudad no está del todo urbanizada, ¡vaya equivocación que se llevan todos aquellos que creen que el Sur del país está atrasado!
Cuando se empieza a caminar por la ciudad, se siente un gran choque cultural, se puede percibir en cada rostro esa marca indígena de la que muchos de nosotros provenimos y que se ha visto ensuciada por muchos acontecimientos de conquista e invasión. El mercado, el lugar donde se conoce verdaderamente a un pueblo es uno de los más nutridos que se puedan visitar, se encuentra el pirarucú (pez más apreciado de la región), la piraña y el pez dorado, los cuales abundan en cada negocio, tal y como la yuca dulce, el ají representado en el ‘ojo de pescado’, suele ser un producto de gran picor a pesar de su tamaño.
Cada rincón de aquella plaza de mercado es un pedazo del Amazonas, es un esfuerzo por mostrar la gastronomía y el estilo de vida de muchas familias que nos hacen recordar que esta zona del mundo es una de las más importantes que debe preservar el humano. Este auténtico lugar nos hace reflexionar que el río que le caracteriza lo es todo para las comunidades que llevan décadas viviendo y disfrutando lo que ‘la madre selva’ obsequia a cambio de su cuidado y respeto.
Es impresionante como también se evidencia la hermandad, y cabe mencionarlo, ya que, pues en Leticia habitan brasileros y peruanos, es más, la mayoría de leticianos hablan portugués y esa zona fronteriza con Tabatinga y Santa Rosa de Yavarí suele ser un intercambio social, económico y, por supuesto, cultural, ¡es hermoso! y a la vez curioso: cómo estos tres países se vuelven uno en un rincón del planeta.
Isla de los micos
Aproximadamente a una media hora en lancha de Leticia, se encuentra la Isla de los Micos, un pedazo de tierra que alberga primates que se acercan a los turistas y dan una muestra de lo que significa la nobleza. En este punto todos pueden interactuar con estos ejemplares, tomarles fotos, darles de comer bajo la supervisión de los guías y cuidadores y, desde luego, si se tiene suerte, alguno de estos se puede trepar en uno de tus hombros y les puede hacer sentir a la persona una única “bienvenida” que jamás podrá olvidar.
Para poder arribar en esta Isla, se debe tener en cuenta muchas cosas: guardar bien las pertenencias, pues los primates suelen ser curiosos y hasta cremalleras abren, no usar perfumes y evitar tonos de ropa que llamen la atención de estos animales. Esta es una zona en la que la fauna amazónica muestra ese lado amable que se necesita vivir, así sea una sola vez.
Puerto Nariño
Un poco más de una hora de Leticia, se encuentra Puerto Nariño, un municipio pequeño, pero precioso, cada lugar está decorado con objetos emblemáticos de la región, y hay una calle en específico que llama mucho la atención, por sus colores, olores y sobre todo ese empeño que le han puesto los locales para que los visiten y conozcan un poco más de la cultura Ticuna, tribu que ha vivido décadas en esta zona y que han marcado a lo largo del tiempo una huella de superación, constancia y conservación.
Precisamente, la señora Alba Lucía quien, tiene 75 años, mostró su gran destreza para el tejido en Chambira, una corteza de árbol muy resistente que suele ser usada para la construcción de hamacas, bolsos, pulseras, muñecos, un sinfín de artesanías.
También en la zona se puede encontrar a don Ramón, su madre, doña Pastora y a su hermana, quienes se encuentran en la Maloca Maruapo, donde se puede conocer de todas aquellas plantas sagradas y medicinales que son usadas para aliviar no solo dolores físicos, sino también del corazón. En la casa de doña Pastora, además, se puede pintar como lo solían hacer hace miles de años, con colorantes naturales, hay un procedimiento de limpieza espiritual que harán sentir al visitante tan cercano que lo unirán a un clan, una experiencia mágica que hace sentir a cualquier persona como en su hogar.
Por otro lado, también se puede apreciar el árbol de sangre una planta codiciada en la zona, pues como su nombre lo indica cuando la corteza se abre, segrega un líquido muy parecido a la sangre lo que permite tener una coloración natural y cuya corteza suele ser bastante fácil de moldear para cualquier artesanía o tallaje.
Mundo Amazónico
Volviendo a Leticia, se puede visitar un lugar en el que se experimenta todo el Amazonas, primero una instrucción de lo que vivían y viven aún las comunidades Bora, Kocama, Uitoto, Yucuna, Andoke, Ticuna y Yagua.
Más adelante una pequeña muestra de lo importante que es el río Amazonas para los habitantes, a través de un icónico acuario en el que se conocen variedades de peces, tanto depredadores como presas y una que otra tortuga.
Por supuesto, el recorrido no es completo, sino hay una introducción de la flora, de todas aquellas plantas que se pueden usar para consumo humano, como recurso, herramienta y hasta decorativo.
Finalmente, las aves son otro atractivo del departamento, hay un centenar de especies que se amerita conocer, sus colores, sonidos y plumaje son indescriptibles, son aves que solo se pueden ver en esta zona de la tierra.
Es así como el Amazonas muestra su poderío, nobleza y gratitud para quien pisa sus tierras, aquellos quienes tienen la posibilidad de hacerlo vuelven a casa liberado, transformado, pero sobre todo agradecido.