En Yo me llamo no perdonarán ni un ‘gallo’ | El Nuevo Siglo
Miércoles, 28 de Enero de 2015

Nueva edición internacional contará con tres jurados imitadores estrella: Luz Amparo Álvarez, Julio Sabala y Belkis Martínez.

Por Sue De la Hoz S.

Periodista EL NUEVO SIGLO

UN DESPLIEGUE de talento, voces, gestos e imitaciones de los ganadores del programa en seis países diferentes están ya sobre el escenario de la nueva edición internacional de Yo me llamo, la conquista de América, que se estrenó con bombos y platillos la noche del lunes.

Los colombianos volvieron a tararear y hasta sentirse parte del show de los 10 participantes que vinieron a defender su título, al mismo tiempo que eligen y van conociendo a sus favoritos.

En esta oportunidad, el formato se enriquece con la puesta en escena de ‘Vicente Fernández’ (Bolivia), ‘Selena’(Bolivia), ‘Julio Iglesias (Perú), ‘Kurt Cobain’ (Perú), ‘Nino Bravo’ (Chile), ‘Leonardo Fabio’ (Ecuador), ‘Paquita la del barrio’ (E.U.), ‘José, José’, ‘Rafael Orozco’, y ‘Sandro’(Colombia), ganadores cada uno en alguna temporada. Así mismo, con la experiencia de los jurados Luz Amparo Álvarez, Julio Sabala y Belkis Martínez, La dama de las mil voces, venezolana que se suma al equipo y que, para quienes no la conocen, viene a demostrar todo su potencial.

Muy exigentes

En diálogo con EL NUEVO SIGLO, estas tres eminencias de la imitación mundial contaron detalles de su participación en el programa, su rol como jueces en una competencia que reúne fantásticos talentos y la amistad que desde ya han forjado.

“Esta labor es muy complicada porque es decirle a alguien que es muy bueno que siga mejorando. Se vuelve un reto para los participantes y un reto para el jurado también. Para los participantes buscar donde ya buscaron y no encontraron, y para el jurado, escudriñar, poner la lupa, ser milimétricos. Es más, yo creo que la gente nos va a odiar porque criticamos a los que son buenos, pero bueno, tiene que haber un ganador y será el mejor. En esta versión internacional se necesitaba un jurado imitador para que fuera más exigente. Un tip para los concursantes: coger el personaje como si estuviera empezando de cero, como si no lo tuviera y volver a construirlo”, sostuvo Luz Amparo Álvarez.

Por su parte, el siempre carismático y jocoso Julio Sabala, quien además se siente “el consentido” entres sus compañeras, añadió: “Son mis amigas, grandes imitadoras, soberanas absolutas de la imitación en Latinoamérica. Es un compromiso con la excelencia. Uno no puede ser descortés pero tampoco dejar de ser riguroso. El problema de las imitaciones es que cuando tú ves a un imitador muy próximo ya no te acostumbras a ver un nivel inferior de imitación. Tendré muy en cuenta el valor agregado, aquí hay dobles con derecho y naturales parecidos físicos. Yo le doy mucha importancia al parecido provocado porque tiene un valor añadido”.

La cara nueva de la mesa, Belkis, no ha dicho hasta ahora que “se eriza”, pero admite que la capacidad de los artistas es impresionante. “Mis compañeros me han recibido muy bien. Hemos aprendido cosas nuevas. Tenemos a estos concursantes con un talento increíble, son muy talentosos, y no nos pueden hacer la pregunta de cuál es el preferido porque no lo hay. Todos son buenos. Ha habido muy buena empatía entre los tres jurados. Tengo una llave de oro aquí en Colombia, un país que amo y adoro, estoy casada con un bogotano así que te podrás imaginas. Quiero demostrar mi talento, que conozcan lo chévere que soy”, sostuvo la mujer quien en lanzamiento para prensa brindó un show con imitaciones espectaculares de Alejandra Guzmán, Laura Paussini, Miriam Hernández, Ana Torroja, Ana Gabriel, entre otras, ratificando su apodo de la Dama de las mil voces.

El arte de imitar

Y para aquellos que aún no están muy convencidos con las interpretaciones ni con el valor artístico de las imitaciones… “Es una de las cosas que me encontrado con más valor en el mundo del espectáculo. Yo lo he vivido, lo he disfrutado en carne propia, esta actividad ha permitido que me realice en el mundo del entretenimiento sin añorar nada de lo que necesita un artista para sentirse realizado en el terreno de los recursos ni de la proyección ni el escenario. Yo estoy muy contento con lo que hago, respeto mucho al que lo hace también”, argumentó Julio Sabala, El hombre de las mil caras, quien dejó por un momento los chistes y se puso muy serio cuando se trata de dignificar el arte y a sus representantes.