Jesús Zamora, el paisajista boyacense que revolucionó el siglo XX | El Nuevo Siglo
Las obras del pintor se podrán conocer desde este mes en la exposición que ofrece el Museo Nacional de Colombia como parte de su homenaje por el aniversario del nacimiento de este referente.
Foto Museo Nacional
Domingo, 28 de Noviembre de 2021
Redacción Cultura

Pintor de cielos, naturaleza y fuentes de agua, el boyacense Jesús María Zamora, quien inmortalizó diferentes escenarios del territorio colombiano en sus lienzos, conformó la primera generación de paisajistas del país. Hoy, en conmemoración de los 150 años de su natalicio, sus obras vuelven a engalanar los muros de grandes instituciones culturales nacionales, demostrando que su arte aún sigue vigente.

A lo largo del siglo XIX, el paisaje se consolidó como un género independiente en Europa, especialmente en Francia, España e Inglaterra. Mientras que en el territorio colombiano este proceso se llevó a cabo durante las primeras décadas del siglo XX, de la mano de una generación de pintores que plasmaron la grandeza de los paraísos naturales del país en cuadros coloridos y fieles a su realidad.

Según lo afirma la Galería El Museo “La pintura de paisajes en general y la representación de la Sabana en particular gozaron del favoritismo de los pintores colombianos y del público aproximadamente hasta 1934, cuando nuevos intereses por movimientos artísticos más actualizados e internacionales como el Realismo Social, el Cubismo y el Surrealismo hicieron su aparición en el país”.

Por supuesto, de este “escuadrón” de genios pintores hizo parte Zamora, revolucionando así el arte plástico del siglo pasado. EL NUEVO SIGLO, en línea con este importante aniversario, le trae la vida y obra de este artista, hijo de campesinos, que dejó un legado de lienzos indispensables para la historia de la pintura colombiana a su paso.

Primeras lecciones

Como lo documenta el Banco de la República, el cual tiene una serie de obras del paisajista en su colección, nacido en el municipio boyacense, Miraflores, en 1871, el artista creció entre la inmensidad del campo y las lecciones de arte que recibía de parte de un restaurador peregrino que estaba de paso por su pueblo.

Luego de más de una década, Zamora decidió instalarse en Bogotá. Allí, en la capital, se convirtió en el aprendiz de Eugenio Montoya y del padre Santiago Páramo. Tiempo después el joven pintor decidió formarse en la Escuela de Bellas Artes, ubicada en la ciudad, en la que Luis de Llanos y Andrés de Santa María fueron sus mentores.

Esta misma escuela acogió a grandes del arte como Ricardo Acevedo Bernal, Ricardo Moros, Ricardo Borrero Álvarez, Roberto Páramo y el reconocido Francisco Antonio Caro, como educadores.

Su formación continuó en Europa, donde se dedicó de lleno a estudiar las obras de los grandes maestros del arte del viejo continente. Antes de este viaje, en 1891, Jesús María fue dibujante de la primera comisión de límites entre Colombia y Venezuela.

Sus facetas

Una de sus facetas, que tal vez no es muy conocida, es la de restaurador. Un lado que exploró en la época de estudiante con la restauración de un par de piezas para obtener un sustento económico.

Así mismo, por ese tiempo también comenzó su etapa de pintor de retratos. Luego, se dejó deslumbrar por la corriente del paisajismo; por ello hizo algunas pinturas de paisajes y piezas históricas como “Los patriotas en los Llanos”, en 1910, y “Los lancheros del pantano de Vargas”, de 1919.


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Fue allí cuando Zamora impulsó el paisajismo en Colombia, junto a maestros como Eugenio Peña, Ricardo Borrero Álvarez, Alfonso González Camargo, Roberto Páramo y Ricardo Gómez Campuzano con los que ya se había encontrado en su primera escuela de arte.

Este último fue uno de los artistas más prolíficos de Colombia, pues sus cuadros y retratos no podían faltar en cualquier exposición que se organizara en la capital durante las primeras décadas de ese siglo.

Galardones y homenajes

“Zamora y sus colegas pintaron el paisaje de forma verista, aunque cultivaron lenguajes pictóricos propios. Debido a similitudes en su formación, a las influencias recibidas y a la sensibilidad frente a la naturaleza, fueron conocidos como representantes de la Escuela de la Sabana”, se lee en la exposición del Museo Nacional de Colombia, que desde este mes exhibe la obra del boyacense y este grupo de gestores, donde se podrá ver esa complicidad que tenían estos grandes del paisajismo, en homenaje al artista.

Desde la Sabana de Bogotá, pasando por las montañas andinas, hasta los ríos del Orinoco, el Magdalena y el Cauca están retratados en las obras del paisajista boyacense, cuyo estilo se caracteriza por reflejar de forma impactante la luz de cada uno de los ecosistemas para darle vida a los atardeceres y amaneceres.

Flores, árboles y campo fueron durante su trayectoria la inspiración para crear las piezas más importantes de la historia, donde no solamente se pueden ver los colores vivos de los paisajes, sino con las que también Zamora tenía la capacidad de hacer que el espectador sintiera el aroma y el ambiente de cada uno de los escenarios retratados.

Entre sus obras más destacadas está “Paseo de los Llanos”, “Belén”, una serie de paisajes en óleo sobre lienzo y “Río”.

Esa fidelidad a la realidad de la riqueza de fauna y paisajes en Colombia hizo que recibiera varios reconocimientos a lo largo de su trayectoria. Entre algunos de los galardones está la mención que le otorgó la Escuela de Bellas Artes de Bogotá en 1899, su primer premio; posteriormente obtuvo una medalla de oro en la “Exposición del Centenario” en 1910 y, finalmente, se alzó con la Cruz de Boyacá en reconocimiento a su obra pictórica.

El Museo Nacional tuvo la oportunidad de acoger una exposición del paisajista en 1945 y, algunos años después, su obra fue exaltada en una memorable muestra. Hoy en día sus pinturas se vuelven a exhibir en algunos centros culturales de la ciudad para recordar a uno de los pioneros del paisajismo.