Don Mariano Ospina Rodríguez quién además de su discípulo fue uno de los mejores biógrafos de don José Félix de Restrepo, escribió lo siguiente:
“A mediados del siglo XVII vino a Antioquia, procedente de las montañas de Asturias, el alférez, Alonso López de Restrepo, quien se estableció en la rica vega de “La Sabaneta”. Todavía se ve allí una casa antigua, ancha y baja, asaz maltratada, que se ha llamado la casa del Cura, porque pertenecía al principio de este siglo al Dr. D. Cristóbal de Restrepo, el mayor de los hijos de D. Vicente, y primer cura de Envigado: ésta fue la posesión solariega de los Restrepos. La casa fue edificada probablemente por el montañés D. Alonso, quien trajo al Nuevo Reino de Granada el apellido de Restrepo, que hoy llevan en Colombia y fuera de ella millares de sus descendientes, sin contar los que descendiendo por mujeres no llevan el apellido. Crecido es el número de los nietos de aquel patriarca que han figurado y figuran ventajosamente en la República”.
Aún se puede visitar el pequeño pueblo de “Restrepo”, que queda al final de la ría que separa a Asturias de Galicia. De no más de 5000 habitantes, de allí, como lo recuerda don Mariano Ospina Rodríguez, salió el alférez Alonso López de Restrepo a mediados del siglo XVII. Por alguna razón no bien esclarecida aún, los descendientes de don Alonso prescindieron del “López” y se quedaron solo con el “Restrepo”, de donde vienen las tres ramas que este apellido ha tenido en Colombia: la de Antioquia, la de Bogotá y la de la Costa Atlántica.
Don José Félix de Restrepo nace, pues, el 28 de noviembre de 1760 en lo que entonces se conocía como una de las “partidas” de Envigado y que hoy corresponde a la jurisdicción de Sabaneta en la evocadora casa de la “doctora”.
Don José Félix hizo parte de aquella generación que alcanzó su madurez en las postrimerías del virreinato de la Nueva Granada y en el inicio de la República. Cuando Restrepo nace en tierras antioqueñas, era soberano de España y sus dominios Carlos III y el virrey Solís era su representante en este virreinato neogranadino.
Muy joven, de 12 años, sus padres lo envían a estudiar a Bogotá, donde adelantó en el colegio de San Bartolomé, sus primeras faenas académicas como estudiante aventajado. En junio de 1776, se gradúa como bachiller y licenciado en leyes, y alcanza el título de doctor en derecho civil el 7 de mayo de 1780, cuando aún no había cumplido los 20 años.
Al margen de sus estudios académicos formales, Restrepo recibió también en aquellos primeros años de su formación las enseñanzas del sabio José Celestino Mutis, en cuya tertulia participaba.
Este dato es interesante para entender la que después fue una constante de su magisterio como maestro de juventudes. A Restrepo podemos parangonarlo con el fiscal Moreno y Escandón, quien propuso un cambio radical en el programa de los estudios que se impartían en aquella capital del virreinato. Se obedecía a una inspiración típicamente borbónica, a saber, al lado de la enseñanza de la filosofía aristotélica y tomista, insistió en incorporar los estudios de matemáticas, ciencias naturales y conocimientos prácticos. Esta orientación la mantuvo José Félix de Restrepo inquebrantablemente a lo largo de toda su vida.
Al terminar sus estudios en la fría capital del virreinato, regresa a Medellín. Su fama de gran estudiante conocedor del latín (como dan fe todos los que lo conocieron) y de las ciencias jurídicas que él mezclaba sabiamente con las naturales, se extendía ya por todo el territorio del virreinato a pesar de su juventud. Es así como el arzobispo de Popayán de entonces le solicita al de Medellín que autorice el viaje del joven José Félix para que asuma la cátedra de filosofía, que entonces se impartía en el seminario Mayor de Popayán.
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En Popayán, dedicado a la docencia de juventudes, estuvo don José Félix durante 6 años. Allí contrajo matrimonio y formó su familia. Y solo vino a salir de la ciudad blanca hacia sus tierras antioqueñas, cuando los delegados de Morillo, durante la reconquista, llegan hasta las comarcas del sur del virreinato con sus feroces designios que cegaron la vida de tantos ilustres patriotas en aquel momento.
En Popayán, Restrepo fue maestro de ilustres colombianos como el sabio Caldas, Zea, Camilo Torres y quien después sería general y presidente de la República, José Hilario López. Siempre lo recordaron con veneración de profesor y respeto patriótico. José Hilario López promulgaría en 1851 la abolición total de la esclavitud en Colombia, tarea generosa y pionera, iniciada por José Félix de Restrepo en 1814 en Antioquia y en 1821 desde el congreso de la Villa del Rosario de Cúcuta.
Antes de hablar con más detalle sobre el José Félix de Restrepo liberador de los esclavos que es como, con razón, se le recuerda principalmente al ilustre antioqueño, permítanme decir unas palabras sobre el Restrepo jurista y magistrado, que buscó siempre, más allá del inciso, la equidad que es la justicia llevada a los casos concretos.
Dos anécdotas del José Félix magistrado lo retratan con gran fidelidad. La primera tiene que ver con una viuda a la que como juez condenó en un juicio civil a pagar perjuicios en algún caso que le correspondió fallar. Esta sentencia fue recurrida y confirmada en segunda instancia. Corridos los años ante un caso similar don José Félix se dio cuenta que su primer fallo había sido equivocado. Pero como ya el asunto estaba fallado con carácter definitivo no se podía hacer nada. Entonces – cuentan sus biógrafos - que de su propio pecunio don José Félix resarció a la viuda que por razón de un fallo equivocado de su parte había recibido un injusto tratamiento.
La segunda anécdota se relaciona con el general José María Córdoba. Y quien mejor para relatar esta anécdota que don Rafael Núñez. Escribió una crónica que tituló “Un león y una paloma”, y que dice lo siguiente:
“Don Félix de Restrepo, el Arístides Colombiano, dio su voto por el fusilamiento del General Córdoba, que tenía sobre sus sienes, frescos aún, los laureles de Ayacucho. Conocido es para todo el que haya leído la historia de Colombia, el resultado del juicio que fue la absolución.
Pocos días después, estando Córdoba en el balcón de su casa, pasó Restrepo por la acera fronteriza.
- ¡Adiós, doctor! -le gritó Córdoba -. ¿Conque usted votó porque me fusilaran?
- Yo no -respondió Restrepo-. Yo no… ¡la Ley!
- ¿Quiere usted, doctor, que esta tarde demos los dos solos un paseo?
- Con mucho gusto, General - contestó don Félix.
Por la tarde iban de bracero Córdoba y Restrepo, un león y una paloma, por uno de los barrios al oriente de Bogotá.
¿Que será (decían en la ciudad) de la suerte del doctor Restrepo, al lado de ese hombre acostumbrado a mandar legiones de héroes a poner en jaque a los primeros Capitanes? ¡Pobre doctor Restrepo!
Entretanto, ellos paseaban tranquilamente: queremos decir, el valor y la probidad. Sentáronse extramuros de Bogotá sobre una piedra que aún se conserva; hablaron de muchas cosas, pero ni una palabra sobre el juicio. Fuéronse a un ventorrillo, comieron algunas pastas y las remojaron en una copa de jerez.
Toda Bogotá los vio regresar de bracero conversando amistosamente.
Al despedirse, Córdoba miró de hito en hito a Restrepo, anciano débil y valetudinario: se abalanzó sobre él y… le dio un abrazo, que fue correspondido.
Se estrecharon las manos, y Córdoba le dijo:
- ¡Sálvese el magistrado para la Ley!
- ¡Sálvese el héroe para la patria!
Contestó Restrepo, y se encaminó a su gabinete a continuar la interrumpida lectura de un capítulo del Evangelio de San Juan”.
Cuando las fuerzas delegadas por Murillo para pacificar el sur el país, es decir, para reconquistarlo, llegan a Popayán, a don José Félix de Restrepo no le tiembla la mano para salir a la barricada a disparar contra las fuerzas españolas. Este fue quizás la única ocasión en que nuestro personaje empuñó las armas. José Hilario López, quien fue su alumno, nunca olvidará aquella escena que lo conmovió profundamente, y que por lo demás es la mejor prueba del patriotismo sin tacha que ya para aquella época (1814) estaba ya muy arraigado en el alma de José Félix de Restrepo.
En aquel mismo año Restrepo regresa a Antioquia en donde es nombrado síndico procurador de la provincia bajo el mando de don Juan del Corral. El gobierno antioqueño, por insinuación de don José Félix, presenta el primer estatuto de liberación de esclavos, el cual es aprobado el 20 de abril de 1814. Este documento reviste la mayor importancia, no sólo porque su texto es muy similar al que 7 años después sustentará elocuentemente don José Félix en el Congreso constituyente de Cúcuta de 1821, sino porque es el mejor testimonio de la coherencia y continuidad que tuvo siempre Restrepo en relación con la abolición de la esclavitud en nuestra tierra.
A finales del s. VXIII, época que coincide con el auge postrero de la explotación del oro tuvo en el virreinato de la Nueva Granada, se presentó una escasez de mano de obra esclava en todo el territorio neogranadino, fenómeno del cual la provincia antioqueña no fue ajena.
El historiador Jaime Jaramillo Uribe ha escrito al respecto lo siguiente:
“Al finalizar el siglo XVIII y a comienzos del siglo XIX, el trabajo con obra de mano libre había hecho muchos progresos en una de las provincias más decisivas dentro de la situación examinada. Tal provincia era Antioquia. La escasez de mano de obra había creado allí una intensa actividad competitiva entre propietarios de minas por la posesión de trabajadores. En vísperas de la independencia el historiador Restrepo calculaba que la producción de oro se hacía con esclavos solo en un 15%, el 80% era mano de obra libre. Por eso en dicha región se inició antes que en otras provincias el movimiento antiesclavista y por la misma circunstancia allí fue más fácil la abolición”.
Ya alcanzada la independencia, sus paisanos antioqueños eligen a José Félix de Restrepo como su delegado al Congreso Constituyente de Cúcuta de 1821. Este congreso fue la Asamblea fundacional de la colombianidad, y tiene tanta importancia en nuestra historia como la Convención de Filadelfia que redactó la primera Constitución de los Estados Unidos.
Era tal el prestigio que se le reconocía y el respeto que infundía don José Félix, que fue elegido unánimemente como el primer presidente de aquella magna Asamblea Constitucional, cuyos primeros 200 años estamos conmemorando por estos días.
El tema de la esclavitud estaba en primer plano de la opinión pública en aquel 1821. No es sorprendente entonces que una de las primeras comunicaciones que el libertador Simón Bolívar dirigiera al presidente del Congreso José Félix de Restrepo versara sobre el tema de la esclavitud. En esta importante comunicación, el libertador solicitaba “en recompensa de la batalla de Carabobo” librada recientemente, que se procediera a la abolición de la esclavitud.