Juan Pablo II, intercede por la reconciliación | El Nuevo Siglo
Lunes, 16 de Enero de 2012

Difundir la vida,  obra y milagros de un verdadero hombre de Dios, Juan Pablo II e invocarlo para que por medio de su intercesión se alcance el perdón y la reconciliación se ha convertido en la causa de monseñor Slawomir Oder, presidente del Tribunal de Apelación de la Oficina Legal del Vicariato de Roma.
En el marco de esta misión evangelizadora, el prelado –quien también funge  como investigador diocesana de la causa de beatificación del venerable  Pontífice- es el abanderado de la gira que por varios países realiza desde hace meses la Reliquia del beato Juan Pablo II (su sangre) que este jueves llegará a Colombia y permanecerá durante días en la Catedral Primada de Bogotá.
Para conocer la importancia de este acontecimiento espiritual, que se realiza en el marco de un encuentro con las víctimas de la violencia en Colombia, la Fundación Víctimas Visibles y la Universidad Sergio Arboleda, la facultad de comunicación social y periodismo de esa alma mater entrevistó a monseñor Oder.
1. ¿De qué manera la misión evangelizadora como postulador cambió su vida?
 Podría decir que en mi vida es como si hubiese habido un terremoto. El día en que el Cardenal Vicario me comunicó su intención de encargarme el mandato de postulador en este proceso, sentí que mi vida adquiría una nueva cualidad. Mi trabajo diario está vinculado a la actividad como Presidente del Tribunal de Apelación, que trata centenares de causas de nulidad matrimonial. Además, soy rector de una  iglesia romana y capellán de una comunidad de religiosas. Son trabajos que me proporcionan mucha alegría y el sentido de realización sacerdotal. Nada de esto he tenido que dejar, pero se ha añadido un encargo más, y además un encargo de este calibre!  Por fuerza, he tenido que adaptar mis costumbres y mis ritmos a la organización de la jornada. El Señor me ha dado la fuerza para afrontar este desafío. Pero lo que ha cambiado a nivel personal ha sido la conciencia de encontrarme junto a una figura extraordinaria de hombre y de sacerdote.  No es posible adentrarse en este trabajo sin quedar fascinados por él, por su vida, por su modo de entrar en contacto con las personas, por su modo de rezar y de gobernar. En un cierto modo, su vida se ha convertido para mí,  en un punto de referencia. El decía que los santos en nuestra vida están para hacernos avergonzar o para hacernos esperar. Nos hacen sonrojar porque nos damos cuenta de cuánto estamos lejos del ideal de vida cristiana, nos hacen esperar porque la santidad es fundamentalmente una obra de la gracia de Dios, que es acogida por el hombre, en su pobreza, y da frutos en el diálogo de amor entre Dios y el hombre.
2. Usted confesó en Colombia durante uno de sus viajes que cuando se  asume el compromiso de ser  postulador de la causa de la canonización  de Juan Pablo II, la primera idea que llega al corazón es la del miedo. ¿Cómo enfrentó espiritualmente ese desafío?
La novedad nos sacude y nos llena de temor. Aceptando el encargo tenía la clara percepción de asomarme a una realidad sellada por la presencia de Dios. Esto naturalmente suscita temor. Tenía también la conciencia de las grandes esperanzas de la Iglesia y del mundo. Sabía que un tal compromiso sólo se puede afrontar con la ayuda de Dios. Tenía y tengo aún la percepción de Su presencia en esta historia, de que El ha sido el verdadero protagonista.
3.  Ese reto fue  un esfuerzo de conciliación que lo llevó a una  conversión personal para escribir un profundo retrato sobre un ícono del Santo. ¿Puede explicar ese proceso íntimo?
El proceso canónico de beatificación y canonización se puede asimilar al proceso de creación de un ícono. Como he dicho, la santidad es la obra de Dios que invita a cada creyente a colaborar con Él en la realización del propio proyecto de vida, cuya alta medida es precisamente la santidad. Realizar el proceso  no es sólo un procedimiento jurídico, sino que es un proceso ascético, que impone la necesidad de una identificación cada vez mayor con lo que se realiza. El temor de Dios, debido a su presencia en la historia de la vida de un Siervo o de una Sierva de Dios, impone la purificación del propio corazón. El ejemplo de su vida nos anima. Durante el encuentro con los jóvenes en la celebración de la JMJ del 2000 en Roma, el Beato Juan Pablo II quiso recordar un dicho popular polaco: “dime con quién vas, y te diré quién eres”. Se refería a su alegría de estar con los jóvenes, pero esto concierne también al encuentro con los santos.
4. ¿Cómo actúa hoy la figura que popularmente es conocida en el ámbito de las causas de beatificación de los Siervos de Dios como abogado del diablo?
En el contexto del proceso de beatificación todas las personas que intervienen cooperan a la búsqueda de la verdad. Se trata del bien público de la Iglesia y cada una de ellas actúa con este fin en el ámbito de las propias competencias. El Promotor de justicia es, en un cierto modo, la figura contraria a la del postulador y garantiza la máxima transparencia y objetividad en el proceso. De modo concreto, es él quien prepara las preguntas para los testigos y quién vigila que todas las cuestiones, incluso también las más problemáticas, se afronten.
5. ¿Hubo oposición a la beatificación?
El proceso se llevó a cabo con la máxima transparencia. Con el edicto del Cardenal Vicario se invitaba a todos aquellos que tuviesen conocimiento de los hechos a colaborar en su desarrollo. Entre los muchos testimonios, han llegado algunas voces contrarias. Puedo decir que estas voces, que eran notorias (como las de algunos teólogos progresistas o ultra conservadores), concernían no tanto a la santidad personal del Pontífice, como con  algunas posiciones suyas doctrinales. Pero esto es normal . No por nada, en el curso de los ejercicios espirituales, que el cardenal Wojtyla predicó en presencia del papa Pablo VI,  se titulaba “Signo de contradicción”.
6. ¿En su oficina del Vaticano en Roma, qué testimonios sobre  estados de gracia enviados por fieles desde Colombia  ha recibido  y cómo ha sido el proceso de verificación?
 Las comunicaciones de gracias han llegado de todo el mundo. Naturalmente también de Colombia. Se trataba de curaciones, muchas  de tumores, del don de la paternidad y la maternidad recibido por intercesión del Papa polaco.
7. En un mundo donde crece el escepticismo, ¿cómo explicarle a los no creyentes hechos sobrenaturales como los milagros?
El mundo es escéptico, pero Dio está presente y actúa. El proceso de beatificación lo podemos comparar a la escucha de tres voces: todo parte de la convicción del pueblo de Dios de que ha muerto un santo. Es la vox populi que expresa la fama de santidad. Después la Iglesia institucional, jerárquica, a través del estudio de lo que ha sido recogido en el proceso, verifica la correspondencia entra la vida del Siervo de Dios y los criterios humanos de santidad. Se trata del reconocimiento de la heroicidad de las virtudes con la voz de la Iglesia – vox ecclesiae, pero el sello definitivo que confirma la actuación de los hombres es puesto por Dios, que obra con un signo prodigioso por intercesión de la persona considerada santa.
8. ¿Ocurren muchos milagros en esta época?
Sí, aún hoy la Iglesia, fiel a la tradición plurisecular, procede a la beatificación o canonización después de haber reconocido el milagro. Esta práctica concierne a todos los que se denominan confesores de la fe, que han ejercitado todas las virtudes en grado heroico. También en el caso de los mártires, mientras que no es necesario un milagro para la beatificación, es un elemento indispensable para la canonización.
10. ¿En qué consiste la reliquia de Juan Pablo II que usted trae a Colombia?
Casi inmediatamente después de la beatificación, en el verano del año pasado, comenzó espontáneamente el fenómeno de la peregrinación de las reliquias del Beato en diversas realidades eclesiales. Las reliquias son un signo tangible de la presencia de los santos entre nosotros. La Iglesia permite su veneración porque son instrumentos que nos ayudan a orientar nuestras oraciones a Dios por intercesión de nuestros amigos los santos. De septiembre a diciembre de 2011,  la cápsula que contiene un poco de sangre del Beato,  ha visitado la diócesis de México. Ahora la misma reliquia llega a Colombia. La sangre es símbolo de la vida, la vida donada por Dios y los hermanos.
11. ¿Qué le diría a los no creyentes sobre la llegada de la reliquia de Juan Pablo II a Colombia?
Como he dicho, el fenómeno de la peregrinación  surgió espontáneamente. Expresa nuestra gratitud por el don del Beato Juan Pablo II, pero también nuestra fe en su fraternal intercesión. El amó mucho a la Iglesia, pero también a todos los hombres. No se ahorró sacrificios para llevar la palabra del Evangelio, para testimoniar la alegría de ser amados por Dios. En cada hombre sabía reconocer la imagen de Dios y aquel por el que Cristo ha dado su vida. Estoy convencido de que la presencia de su reliquia será una llamada a renovar la adhesión a estos valores.
12. ¿Podría mencionar algunas reliquias de santos que haya venerado el Papa Juan Pablo II?
El Papa era muy devoto de los Santos. Los consideraba amigos y ejemplos que imitar. En la sacristía de su capilla privada tenía muchas reliquias: de madera de la Santa Cruz, de los Santos Apóstoles y de muchos otros como él,  elevados al honor de los altares. Cada mañana, después de la celebración de la Santa Misa, entraba a venerarlas, encontrando en ellas ayuda e inspiración para la propia vida.
13. Uno de los episodios más destacados de la  historia personal de Juan Pablo II  fue el perdón a Mehmet Alí Agca y sobre quien expresó "Rezo por el hermano que me ha disparado, a quien sinceramente he perdonado". ¿Cuál fue el efecto del atentado y cómo  interpreta usted la visita y el perdón a Alí Agca por parte de su Santidad?
Juan Pablo II perdonó a su agresor incluso sin que éste le hubiese pedido nunca perdón. El sentido de este gesto lo explicó él mismo cuando escribió una carta abierta que, por motivos de prudencia, después no fue publicada en aquel momento: “El acto de perdonar es la primera y fundamental condición para que nosotros, los hombres, no nos dividamos y ni nos enfrentemos unos a otros como enemigos. Porque buscamos en Dios, que es nuestro Padre, el entendimiento y la unión.” Sobrevivir al atentado fue para el Beato una ocasión para renovar su total abandono en Dios por María. Tenía la clara conciencia de que la vida le había sido donada nuevamente. Contra toda lógica humana, no se ahorró sacrificio, no buscó alguna protección humana, sino que intensificó sus compromisos y la generosidad de su ministerio.
14. Un esfuerzo de reconciliación y de superación del pasado fue una carta dirigida por el Episcopado polaco al alemán en 1965, que incluyó un verso de Horacio: Veniam damus petimusque vicissim, perdonemos y pidamos perdón.¿A su juicio el perdón debilita la credibilidad de la Iglesia?
El joven obispo Wojtyla fue uno de los firmantes de aquella carta. Fue un paso profético, incomprendido entonces, pero fundamental para la pacífica convivencia de las dos naciones. El perdón no hace débil a la Iglesia, sino que es algo que pertenece a su misión. Diría que en algún modo constituye la verificación de su fidelidad al mandato recibido por Cristo y la medida de la autenticidad de la fe. Es la condición indispensable para que las personas puedan convivir pacíficamente. Es la semilla de la esperanza y del futuro.
15. Su visita, como Postulador de la causa de canonización de Juan Pablo II, y la llegada de la reliquia se dan en el marco de un encuentro con víctimas de la violencia. ¿Cómo comprendió Juan Pablo II el sentido de ofrendar el sufrimiento por el bien de otros, como sucede en el episodio con su amigo, Monseñor Deskur, durante los días de su elección?
En los días de su elección en la sede de Pedro, su amigo, Monseñor Deskur, tuvo una isquemia cerebral. Providencialmente sobrevivió, pero las consecuencias eran gravísimas: permaneció el resto de su vida en una silla de ruedas. El nuevo pontífice quiso visitarlo en el hospital. A continuación de este encuentro, escribió en su diario una reflexión que le llevó a la constatación de que cada paso importante de su vida estaba acompañado del sufrimiento de alguna persona querida por él. Concluyó esta reflexión con una frase que se convirtió casi en el lema de su vida: Debitor factus sum! Aquella experiencia personal de la gracia obtenida a través del sacrificio de alguien, la ha explicado en su carta apostólica Salvifici dolores, donde propone la lectura del sentido del sufrimiento humano a la luz del sacrificio de Cristo.
16. A la luz de las enseñanzas de Juan Pablo II ¿Cree posible la reconciliación en nuestra nación?
La reconciliación es esencialmente obra de Dios, que actúa a través de la inspiración de los corazones de los hombres para que puedan proceder con justicia, verdad y  caridad renunciando a la venganza, a la prepotencia. El Mensaje para la XXV jornada mundial de la paz (2002) tenía un título muy significativo: “No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón”. También su último mensaje para el 2005 fue significativo y, a la luz de lo que ocurrió después, puede ser considerado como su testamento. El Pontífice hacía suya y la entregaba al mundo una indicación paulina: “No hay que dejarse vencer por el mal, sino que hay que vencer el mal con el bien” (Rm 12, 21).
Estoy convencido de que en esta tierra colombiana tan martirizada, pero también con tanto coraje y tan enraizada en la fe, hay muchas personas que tendrán la magnanimidad del corazón y el coraje para acoger y recorrer el camino indicado por el Beato. Llegarán, entonces, la paz y la reconciliación! Estoy seguro de ello.

17. ¿Es posible el perdón a los victimarios?
La vía del Evangelio no es fácil. La llamada de Cristo pasa a través de la renuncia de sí mismo y se realiza en el seguimiento de la vía de la cruz. Y fue en este camino, subiendo al Calvario, cuando Jesús dijo: “Padre perdónales porque no saben lo que hacen!”
18. Usted ha dicho que Juan Pablo II tenía la costumbre de meditar y  siempre impresionó su manera de orar, inclusive en circunstancias como las de  Santiago de Chile en 1978,   en medio de un tumulto y de gases lacrimógenos bajo la dictadura de Pinochet. ¿Qué significó la oración para Juan Pablo II?
La oración para él era el oxígeno que respiraba y el agua que bebía para poder vivir. Era el hombre de Dios que vivía en presencia de Dios. Un verdadero místico. De su relación con Dios tomaba la luz, la fuerza y la frescura.
19. ¿Con Juan Pablo II hay una evolución o una ruptura histórica  en el comportamiento de la iglesia?
Seguramente en su pontificado podemos notar la continuidad con la doctrina enraizada en la tradición y renovada en su modo de enfrentarse al mundo desde el Concilio Vaticano II. Juan Pablo II era un hijo convencido y fiel del Vaticano II. Fiel a su enseñanza, la supo interpretar y proponer con el lenguaje propio del hombre contemporáneo. En cuanto al estilo del ejercicio de su pontificado, fue sin duda una novedad. Su cercanía a la gente, la sencillez de su cordialidad transparente en sus actitudes, la humildad de escuchar y de confrontarse, han definido seguramente su modo de ejercitar el munus petrinum.
20. Diario de una amistad es un libro  que nos revela el profundo  vínculo espiritual entre Juan Pablo II y Wanda Poltawska, el médico -psiquiatra polaca, que fue amiga y colaboradora de Karol Wojtyla. ¿Qué valoración tiene usted de esa amistad?
Es una espléndida página de la más alta espiritualidad, de la amistad fiel y transparente, del amor por la verdad, del empeño por el bien de las almas. Conociendo el sufrimiento que marcó el camino de vida de Wanda, estoy convencido de que también esta historia hay que considerarla en el contexto más amplio de la deuda de amor que el Beato pagaba con su propia vida.
21. ¿Por qué las visitas por parte de Juan Pablo II  a países con  regímenes autoritarios despertaron la conciencia popular y provocaron profundas  transformaciones políticas?
Juan Pablo II era heraldo de la dignidad del hombre, de todo hombre redimido por el sacrificio de Cristo, que se hizo prójimo a cada uno de los hombres. El lenguaje que hablaba del hombre releído a la luz de Cristo, su antropología enraizada en la cristología constituían el mensaje universal que revelaba el hombre a sí mismo, que animaba a la vida en la verdad de la propia vocación filial, como revelada por Cristo. Contrariamente a cuantos querían la glorificación atea del hombre, pero al final lo destruían y vaciaban de su dignidad, el hombre redimido por Cristo adquiría la fuerza del mensaje revolucionario, de la revolución del espíritu, que hacía levantar el vuelo a individuos y naciones.
22. ¿Pensó Juan Pablo II en retirarse?
Como su predecesor Pablo VI, por motivos de prudencia el papa dio algunas disposiciones para que fuesen observadas en el caso en que no estuviese en condiciones de continuar su misión. Objetivamente los motivos de este prudente comportamiento existían. Sin embargo, en cuanto hombre totalmente abandonado a la voluntad de Dios, dejaba a El cualquier iniciativa, insistiendo  en su propia disponibilidad para cumplirla y repitiendo: “Cristo no  se bajó de la cruz!”
23. ¿Asumió Juan Pablo II de manera muy seria el voto de pobreza? Puede ofrecer algunos ejemplos.
Era un hombre de verdadera pobreza evangélica. La decisión de ser pobre expresaba su libertad interior y ésta tenía su raíz más profunda en la conciencia de ser amado por Dios, de estar en Sus manos.
24. ¿Fue Juan Pablo II un signo de contradicción para algunos sectores de la jerarquía en la Iglesia católica?
Ha sido un hombre de Dios, un hombre de oración. Encarnó aquello en lo que creía. Vivía el Evangelio y el centro de su vida fue la Eucaristía. “Los santos están para hacernos avergonzar y para hacernos esperar”! Demos gracias a Dios por este Santo!