"La colmena" cuestiona si los humanos vivimos como las abejas | El Nuevo Siglo
Anadolu
Sábado, 8 de Junio de 2019
Agencia Anadolu

La Colmena, o ‘The hive project’, es una obra compleja y muy arriesgada. La directora, Edna Orozco, creó un montaje en donde mezcla animación, danza aérea y hasta drones sincronizados que bailan sobre el escenario. Además, integra video mapping, cámaras infrarrojas que reaccionan a los movimientos de los bailarines, y arte sonoro. 

Orozco asegura que no existe un propósito como tal de la obra, sino que es una exploración a través de diferentes elementos escénicos y tecnológicos que presentan las similitudes entre la vida de las abejas y de las personas en un entorno urbano. 

Lo que la llevó a conocer estos insectos fue la lectura del libro ‘La vida de las abejas’, de Maurice Maeterlinck, quien, según Orozco, tiene un acercamiento tanto científico como poético. "Desde mucho antes tenía la idea de trabajar con danza aérea y cuando apareció el libro encontré el momento perfecto", explica la directora. 

La investigación de la obra duró dos años, tiempo durante el cual se ha incrementado la muerte masiva de abejas en el mundo. Brigitte Baptiste, directora del Instituto Humboldt, asegura que una gran parte de la complejidad biológica del mundo depende de esa conexión que crean las abejas entre las plantas. 

En pocas palabras, las abejas permiten la continuidad de la vida en una gran proporción de plantas del mundo. Y es necesario entender que hay centenares de especies de abejas que son fundamentales para los diferentes ecosistemas.

Las abejas tienen sensores muy delicados que usan para orientarse en su vuelo y para identificar las plantas que deben polinizar, la radiación electromagnética, por lo que los agroquímicos las desorientan. Además, el cambio climático afecta las hormonas que regulan su reproducción y la estacionalidad del desarrollo de las colmenas. 

El cambio ambiental genera en los insectos sociales, en especial en las abejas, reacciones muy marcadas por la sensibilidad a la comunicación, pues son insectos colectivos que dependen de intercambiar señales todo el tiempo. Algo que sorprendió a la directora de la obra es que ya existen patentadas abejas robóticas capaces de seguir haciendo el trabajo de estos insectos que se están extinguiendo.

Si bien es fácil asumir una posición ética, la obra plantea la pregunta de hasta qué punto es buena la intervención del hombre en la naturaleza en aras de preservar la vida. La puesta en escena envía un mensaje mucho más directo y emocional al público: “A veces, el solo texto limita el acceso a muchas de las cosas que se quieren comunicar. Hay procesos mucho más emocionales con esa reflexión gracias a la danza y a lo multimedia. Se puede tener una compresión mucho más amplia a lo que nos enfrentamos”, asegura Baptiste, quien participa en la obra dándole al público claves de lectura científica del problema.

Además, en La Colmena hay un cuestionamiento a la ciencia, su manera de acercarse a la naturaleza y una analogía entre el mundo de las abejas y el del ser humano, entendido como un superorganismo hecho de pequeños seres. Baptiste asegura que aunque la ciencia pretenda ser neutral, no puede serlo, pues en ese ejercicio de tratar de entender el mundo aparecen efectos de los cuales es responsable.

La danza aérea, que fue lo más complejo del montaje, fue integrada durante el proceso de investigación: “Lo que me encontré es que el cuerpo mismo es un elemento tecnológico, principalmente el cuerpo de un bailarín, que se construye día a día en una técnica que genera un nuevo cuerpo. El cuerpo de un bailarín es creado por el hombre, así como el hombre crea otras tecnologías”, asegura Orozco.

Desde muy joven, Edna estuvo relacionada con el video siendo VJ, mezcladora de video al ritmo de la música, en las fiestas bogotanas. Es literata y música, toca el clarinete y el piano, e hizo estudios de cine, aunque asegura que su conocimiento cinematográfico es más empírico. La animación fue la expresión artística perfecta para unir todos sus talentos. En los últimos años tuvo un interés por el baile y estudió danza aérea con Diana Casas, la coreógrafa aérea de La Colmena.

Esta obra fue ganadora de la Beca de Creación Multidisciplinar medio formato del Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo, el Teatro Jorge Eliécer Gaitán y el Instituto Distrital de las Artes, Idartes. No obstante, la obra adquirió unas magnitudes mayores por su complejidad técnica y se podría decir que se transformó en una obra de gran formato, algo que les ha implicado muchos gastos que la beca no alcanza a cubrir. Por eso crearon un crowdfunding para recoger fondos y poder llevarla a cabo a buen término.

La Colmena es realizada por el laboratorio ATI-erra, una plataforma de creación experimental de obras de danza, tecnología y elementos multimedia, y se presentará en el teatro Jorge Eliécer Gaitán el 8 de junio a las 8:00 p.m.