FRANCO en sus palabras, impecable en su escritura, imaginativo en sus historias, innovador en las técnicas, claro en sus posiciones y ameno en sus conversaciones. Así es Jorge Franco, el colombiano que hace dos décadas irrumpió en el mundo literario, convirtiéndose en poco tiempo en uno de los mejores del país y un referente global.
Los cuentos cortos con lo que empezó fueron exactamente eso, ya que por muy poco tiempo su “pluma” se dedicó a ello. Su salto a la narrativa fue rápido, siendo Mala noche su ópera prima (1997). Dos años más tarde concibió, en una de esas tardes dubitativas sobre su natal Medellín, la que sería su éxito, no solo en las letras -aquí y fuera-, sino en la TV y el cine. “Rosario Tijeras” vio la luz a finales de 1999 y, casi que desde su nacimiento, cautivó lectores y directores.
Desde entonces cinco obras más han salido de la genialidad y amena escritura de Jorge Franco, resaltando Paraíso Travel (otra que fue llevada a la pantalla grande), El Mundo de Afuera con la que en 1994 se alzó con el Premio Alfaguara de Novela y la que ahora nos presenta, Cielo a Tiros.
Con su agradable acento paisa, el que no ha perdido pese a llevar años radicado en Bogotá, una sencillez impensable y la experticia literaria que no solo se aprecia en sus novelas sino en sus pensamientos, Jorge Franco nos habló de todo un poquito: de sus exitosas obras, de su rara obsesión por ambientarlas en Medellín, de la carga que llevan los hijos de los otrora famosos “narcos”, del sueño que tiene de escribir una serie original para televisión y de la necesidad urgente que niños y jóvenes se enamoren de las historias largas y, sobre todo, de que estas se conviertan en los protagonistas de una nueva rebeldía: “Leer”.
EL NUEVO SIGLO: ¿El éxito cinematográfico que han tenido algunas de sus obras lo ha condicionado de alguna forma para escribir o elegir las historias de sus novelas?
JORGE FRANCO: No, para nada. Digamos que el principio siempre ha sido escribir literatura y en ese sentido cada vez que comienzo una nueva obra siempre estoy pensando en encontrar las palabras, los adjetivos precisos, las formas gramaticales, todas esas formas que están en la literatura general son las que aplico al momento de escribir. Siempre me sorprendo cuando me proponen una adaptación de mis libros al cine o a la televisión e inclusive al teatro, porque yo las tengo muy enquistadas en su proceso literario. De hecho tengo una teoría, hay muchos libros que he escrito en primera persona y eso dificulta una adaptación porque es “yo pienso, yo siento, yo creo”, que es un viaje interior, ese que propone la literatura. Y, en el cine, por el contrario, es un viaje hacia afuera, a la imagen, al sonido y la acción.
ENS: ¿Rosario Tijeras cambió su vida como escritor?
JF: Completamente, porque fue una obra con la que la gente me ayudó a romper ese anonimato. Fue una novela que se vendió en toda Hispanoamérica, que ha sido traducida a 15 idiomas, que todavía se sigue leyendo y lo que me fascina es que son los mismos muchachos los que piden leerla. Y, en todo este asunto de la era digital, de las redes sociales, que ellos quieran leer un libro me parece fascinante. Ahora en México se está pasando una segunda temporada de Rosario Tijeras hecha por ellos, con un éxito total. Eso significa que el libro, la historia y el personaje siguen vivos.
ENS: ¿Por qué sigue ambientando sus novelas en Medellín?
JF: Realmente no sé, sin embargo tengo una teoría muy personal, y es que los escritores tenemos un contacto muy directo con los recuerdos y el universo de la infancia porque ahí se generan las uniones, los lazos, se echan raíces y se descubre la vida. Y creo que eso es lo que nos permite volver siempre a esos lugares donde fuimos niños o jóvenes, ya que realmente fue como el contacto más importante de la vida. No se me ocurre otra explicación. Me he propuesto como ejercicio literario ver como saldría una historia mía que no fuera en Medellín. Eso lo tengo pendiente para la próxima novela.
ENS: Pero el éxito de sus obras no es que sea la ambientación sino las historias
JF: Claro y me he dado cuenta que las historias tienen otros aspectos universales. La misma Rosario Tijeras me lo presentó así. Cuando la estaba escribiendo creí que era una novela que solo se iba a leer en Medellín pero al poco tiempo fue leída por todo el país e Hispanoamérica. Me llamó mucho la atención que el primer país que pidió la traducción de esa obra fue Grecia.
ENS: ¿Qué cree que marcó la diferencia en ‘El Mundo de Afuera’ con el que ganó el Premio Alfaguara de Novela en 2014?
JF: Lo que más disfruto con la literatura es la posibilidad de jugar con herramientas literarias y experimentar, porque no me gusta repetirme. Así, tardé mucho tiempo en volver a tocar el tema narco, porque no me gustaba y quería abordar otros temas. Y, por primera vez, en esa novela estaba tocando una línea fantástica en la historia, con animales fabulosos, bosques encantados y castillos que permitían en la misma novela equilibrar otra línea que había con un tono mucho más realista y más crudo, que era el secuestro de este hombre que vivía en el castillo. Fue fascinante esa experiencia de escritura y me permitió algo que había venido trabajando en los años recientes pero como lector, que fue la literatura infantil y que coincidió con mis primeros años como papá. Y el escenario fue Medellín porque uno de mis recuerdos fue el de un señor que vivió, en el Poblado, en un castillo con su hija.
ENS: ¿Cuál es la esencia de su más reciente novela ‘El Cielo a tiros’?
JF: Esta novela nace porque tenía muchas cosas girando en mi cabeza. Había elementos de la memoria para contar y era sobre unos personajes del mundo narco que desde la época de Escobar me inquietaban mucho: los hijos de los jefes del narcotráfico. Eran jóvenes que tenían que cargar con una historia, un pasado y un estigma que ellos no eligieron. A los pocos que yo conocí se les veía como esa tristeza, esa carga que estaban llevando: ser mirados diferente y ser señalados. Yo sentía que esos personajes estaban como en un limbo ya que no pertenecían a la sociedad pero tampoco querían pertenecer al mundo de la mafia. Al no estar en ninguno de esos dos lados me sirvieron como una voz narradora para contar lo que estaba pasando en Medellín, que también estaba en esa situación y que pese a que trata y ha hecho un trabajo muy interesante para mostrar otra imagen, sigue cargando ese legado narco muy fuerte, una pesada cruz y es que el problema está vivo y es muy grande. Y este no se soluciona tapándolo, borrando la memoria o no hablando del tema. Lo que hay que hacer es cambiar el discurso, darle importancia al dolor que se vivió en esos años y volver a poner el dedo en la llaga para hacer una autocrítica sobre qué nos está pasando y por qué tenemos esa tendencia a repetir los errores, la historia. Hay una generación que no conoció a Escobar, que no tuvo que padecer esa época y que está mirando a este personaje con otra mirada. Un ejemplo de ello, hay quienes se han hecho selfies con Popeye y es cuando yo me digo, “aquí algo no está funcionando”.
ENS: ¿En esta época tan digital, qué hacer para que los niños y jóvenes vuelvan a leer?
JF: Es bien complicado y la competencia es muy fuerte. Siempre digo una cosa que suena a consuelo: “La literatura es un asunto de minorías, y no podemos permitir que la minoría desaparezca”. Y esa es la amenaza con las redes sociales. Es muy curioso porque se está leyendo mucho pero no literatura. Los jóvenes están todo el día leyendo twitter o mensajes de texto. Creo que estamos en un período de transición, obviamente, para hacer que los jóvenes se enamoren de historias más largas, usando esas mismas herramientas.
ENS: ¿Una herramienta no sería que esas obras se llevaran también a la TV o al cine?
JF: Eso ayuda y estoy de acuerdo en que los libros sean adaptados a esos formatos porque sé que esas expresiones le abren muchísimas puertas al libro, ya que mucha gente queda con la curiosidad de ver cuál es el origen de esa semilla y van al libro. El hábito de la lectura hay que darlo con mucho ejemplo en las casas y seguir mostrando las bondades de la literatura, del libro. Yo, por ejemplo, visito muchos colegios y les digo: “Estamos en una época donde va la gente en manada, no están pensando, no están opinando, no están buscando ser diferentes de otros”. Así, hoy en día leer casi que se volvió un acto de rebeldía porque el que lee es el diferente. Y les agrego: “Ustedes que se rebelan, se levantan y alzan la voz, quieren ser diferentes, deben tener argumentos y esos solo los consiguen en la literatura, no los van a encontrar en las redes sociales porque allí van a seguir siendo los borregos que van a seguir esas tendencias”.
ENS: Si no leen no van a adquirir cultura, ortografía, redacción. Además las redes sociales han cambiado la forma de escribir…
JF: Sí y eso dice mucho de la gente. Además, cuando se enfrenten a la realidad de conseguir un trabajo, presentar una entrevista o pasar un texto escrito, en su desempeño profesional tendrán problemas. Todas las buenas herramientas las da la literatura al igual que los argumentos para poder marcarse como diferentes dentro de un grupo. Y otra cosa, además la lectura es un entretenimiento. Yo no busco que un libro me cambie la vida sino que me permita aislarme de la realidad por un momento, con unas propuestas que son serias e importantes.